Llevaba un tiempo a caballo entre el pasado el futuro, tenia miedo, por primera vez tenia miedo sujetando su mano.
Sin embargo, llegó esa tarde. Habían quedado a la salida del trabajo, esta vez Erytheia salía antes y era ella la que esperaba bajo un árbol frente a sus oficinas.
Andrés salio con cara cansada, pero sonrió al verla allí, con sus tirabuzones rubios cayendo por los hombros. La abrazó por la cintura la besó en la frente y caminaron. Él no había cogido el coche aquella mañana, para darse el lujo de pasear. Hacia una tarde agradable.
Él le preguntó, ella estaba decidida a acabar con sus miedos, a volver a intentarlo.
Subieron a su casa, el apartamento blanco . Ella se desnudó de nuevo. Él cogió la pelota de pilates que otras veces había utilizado.
-Colócate, con los codos en el suelo, así, bocabajo. Estás bien sujeta ¿Verdad?
Ante su afirmación, introdujo un par de dedos en su coño, ya húmedo, siempre húmedo a su lado, y los llevó al culo. Lo masajeó un poco y a la vez, se giró para meter su polla en la boca de Erytheia, que chupó con fricción.
Cuando Él considero que era suficiente se giró y la penetró despacio, pero sin parar ni un instante.
Bombeó con fuerza y ella mientras se debatía entre el placer y el dolor... sabia que si se corría, lo tocaría sufrir.
Cuando notó que Él estaba a punto pidió permiso:
-Amo, por favor.
Y él, se lo concedió. Se corrieron juntos.
Ese día, todo volvió a ser como antes.