Ese día me intenté poner guapa. La tarde antes estuve de compras, una falda de tablas gris perla, una medias de liga negras, con pequeños lunares, tanguita y sujetador igual. Camisa blanca, chaqueta negra y botines de tacón. Cola alta, que se mueva mucho al caminar, sombra suave pero brillante y labios vivos. Mi paso camino al trabajo no tocaba el suelo de la alegría y a mis compañeras solo les faltó decirme eso del anuncio... "Tú.... tú has hecho arroz!" de la cara de ilusión que tenía.
Cuando dieron las dos salí disparada y me abracé a Él que me alzó en vuelo y me besó en los labios. Es maravilloso que los Amos también regalen flores. Flores y una paquete de papel de seda que escondía uno de los conjuntos más bonitos que he visto nunca, azul perla.
Me puso el casco de la moto, después se lo puso Él, subió a la moto y me ayudó a subir. Llegamos a ese bar, esa cafetería de sillones de terciopelo. El viejo camarero seguía allí, inmortal en cada uno de nuestros aniversarios.
-Primero al baño perrita mía.
Contoneaba mis caderas a cada paso, no por que Él me mirase, sino porque me sentía hinchada de felicidad, de ilusión y del orgullo de saber que le pertenecía. El huevo entró con mucha facilidad en mi coño, me dejé el tanguita puesto, no había órdenes al respecto, retoqué mi maquillaje, me peiné con los dedos y mientras me lavaba las manos sentí una vibración corta. Estaba tardando demasiado.
Cuando volví había sobre la mesa dos copas de "mí" albariño y una ensalada templada con canónigos, nueces y queso de cabra. Comimos y charlamos, la vibración en mi coño funcionaba de forma interrumpida y el no alejó la mano de mi pierna en ningún momento.
Tras el secreto con foie y el mousse de chocolate fuimos a dar un paseo. El parque estaba desierto a esa hora, las familias aún comían en casa. Con cada beso di gracias al universo por habernos unido. Al final me llevó a casa y por la puerta entró la otra versión de Él que yo amaba, el Amo estricto que me volvía loca.
En la entrada me arrodilló para que chupase su polla, me encantaba esa polla. Lamí, mamé, chupé, besé... hasta la garganta, por Él respirar se convirtió en una cuestión secundaria.Me permitió ir a mi ritmo, pero no se corrió, me frenó justo a tiempo. Me mandó desnudarme y tumbarme sobre la mesa del salón, puso música clásica, algunas piezas que sonaban a caricias y me tapó los ojos con un pañuelo de seda negro.
Yo me relajé, agudizando el oído sentí sus movimientos, noté como un calor se acercaba a mi cuerpo y tras un beso en los labios, una gota caliente caía sobre mi vientre. Dibujó con cera sobre mi cuerpo, mis pezones duros se vieron cubiertos por una capa de que se enfriaba con rapidez, a pesar del calor de mi cuerpo. Sentí el humo cuando de un soplo apagó la vela; y mi coño chorreó con el silbido de una fusta que se movía en el aire. Golpes secos, pequeños e intensos fueron recorriendo mi cuerpo, marcada por Él. Bajó a mi vientre y mordió, dejó una señal en mi cuello y deslizó su lengua hasta llegar a mi coño. Experto me dio placer con la lengua. Después me embistió llenándome toda.
-Hoy, princesa, te puedes correr cuando quieras. -me dijo mientras provocaba en mí oleadas de placer-
Que forma tan bonita tienes de contar las cosas Azul... desprendes dulzura en cada línea... Tienes esa mezcla de dulzor salvaje al narrar... quizás no me explico bien pero yo me entiendo... jejeje... vamos que me gusta mucho como escribes!!
ResponderEliminarQue gran descubrimiento es este rincón...
Besinos!!
Si que te explicas!! Me encanta dulzor salvaje... te lo voy a copiar!
EliminarGracias : )
Una manera exquisita de celebrar ese encuentro. Hermosa manera de contar, quería ser ella.
ResponderEliminarUn saludo!! Buen fin de semana!!
A mi me pasa igual... le tengo envidia a Erytheia jajajaaja
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