lunes, 18 de enero de 2021

El aperitivo.

 Bailaba descalza y desnuda en la cocina cuando Él llegó, generalmente la avisaba y ella se preparaba para recibirlo en la puerta, pero, esta vez, él quería sorprenderla, moviéndose como se movía cuando Él no estaba. Era algo que siempre le había causado curiosidad ¿Cómo son las personas cuando no las miro? Y con ella esa pregunta casi rozaba la obsesión... Aunque tenía la seguridad de que ella cumpliría las normas, que obedecería a sus caprichos y efectivamente, la encontró desnuda en la cocina, bailando mientras fregaba los platos. La miró desde el quicio de la puerta y sintió lo afortunado que era por tenerla en su vida. 

En uno de sus giros, ella lo vio allí, parado, mirándola  con media sonrisa. Espontáneamente saltó a sus brazos y lo besó. Después se arrodilló y le besó la mano... Ella era así, se dejaba llevar por el cariño y las emociones, por la alegría de verle... y a la vez, sentía absoluta adoración y entrega que la hacían caer de rodillas. 

-Hola pequeña zorra. 

-Hola Amo. No lo escuché llegar. 

-Ya, ese era el objetivo. ¿Qué hacías?

-Ordenar un poco, recoger la cocina... 

-Y bailar. 

-Si Amo, y bailar.

-Me gusta como se mueven tus tetas cuando bailas. 

-Gracias Amo. 

-Vamos a hacer una cosa, voy a ir a cambiarme mientras tu terminas, me vas a poner un vermú y un aperitivo, sorpréndeme, se original y después, vas a venir al salón para seguir bailando. 

Erytheia se puso colorada al instante, había aprendido a no expresar verbalmente que le daban vergüenza algunas situaciones, pero no podía evitar según que reacciones corporales. 

 -Si, Amo. 

Él desapareció por la puerta en dirección al dormitorio y ella se dio prisa en terminar de recoger. Preparó una tabla de quesos y embutidos con encurtidos, frutos secos y uvas, algunos grissinis que habían quedado del italiano del otro día y un vermú con naranjas pequeñitas. 

Salió al salón y lo esperó arrodillada al lado de la mesita donde colocó el aperitivo. Él apareció con el pantalón de chandal gris y la sudadera a juego, descalzo, cómodo. Sonrió. Puso desde su móvil una canción y le dijo:

-Venga ¿Qué haces ahí? No puedes bailar en esa esquina. 

De un empujón, quitó la mesa bajita del salón y lo dejó todo despejado para que ella se colocara en el centro. Apagó las luces y colocó solo una lámpara enorme que parecía un foco. Erytheia se sentía como en un campo de futbol, lo que no atenuaba su vergüenza. 

-Todavía te tapas ante mi... Suéltate, antes no estabas cohibida. 

-Si, Amo, sabiendo que me mira, es más difícil … perdone. 

Se fue soltando hasta lograr bailar algo mejor... aunque seguía sintiéndose más ridícula que sensual... y por supuesto, Él no le permitía girarse demasiado rato, quería verle la cara, que venciese su vergüenza. 

En un momento Él puso una canción lenta y se levantó a bailar con ella... le acariciaba y pellizcaba el cuerpo, agarrando con fuerza su culo. Cuando acabó la canción, le agarró los pezones con fuerza y la llevó, tirando de ellos hasta el sofá donde la tumbó con la cabeza colgando para follarle fuerte la boca. 

Erytheia sentía las embestidas y trataba de relajar la garganta a la vez que con las manos buscaba masajear sus huevos, como a Él le gustaba. De repente Él la giró y escupiendo en su culo, la embistió por detrás con fuerza y después de varias acometidas, se corrió dentro de ella. 

-Que no se salga. Ve a ponerte el plug grande. 

Cuando ella volvió, con el plug que había comprado en sus inicios, pensando que podría con él y que Él ahora usaba como pequeño elemento de tortura. Él aún esperaba. 

-Venga, que se me está secando la polla sin que me la limpies. 

Ella se la limpió, jugueteando y se llevó un bofetón. 

-Te he dicho que la limpies, nada más. 

-Si Amo. 

-Venga, que todavía catas vara hoy. 

-No, Amo, no. 

-¿Que no qué?

La cogió de una oreja, que humillaba más de lo que dolía y Él lo sabía. 

-Tira para el cuarto, vas a decir tú que no. 

Estaba jugando y ella lo sabía, no estaba enfadado, le apetecía azotarla y estaba buscando una "excusa" para darle emoción. 

En la habitación le dijo:

-Dame la vara y ponte en la cama. 

-Si Amo. 

-Cuenta. 

Fueron 30, rápidos y no muy fuertes. 

-Como estés mojada, van a ser el doble. 

Por supuesto que estaba mojada, desde que Él la había hecho bailar no había dejado de estarlo.

Cayeron otros 30, mientras ella pataleaba y lloriqueaba sin dejar de contar. 

Cuando acabó, el volvió a tocarla. 

-Mira que guarra eres, toda empapada. 

Comenzó a masturbarla, mientras la humillaba con sus palabras. 

-Amo ¿Puedo correrme?

-No. 

Siguió, con mas fuerza. 

-Amo, por favor. 

-He dicho que no. 

Entonces, paró y le metió los dedos en la boca. Ella los limpió de sus propios flujos. 

-Te vas a quedar así un rato, con las ganas y el plug en el culo, hasta que me salga a mi de los huevos. ¿Qué te parece?

-Bien Amo, lo que usted quiera- dijo, mostrando en su cara la frustración. 

-Claro que si y si me apetece dejarte así dos días, tu calladita y contenta ¿verdad?

-Si, Amo. 

-Eso es, pues venga, levántate que hay que ir comiendo. 

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