A veces estiro los brazos en la cama y en vez de amplitud, siento ausencia. Que no hay nada como dormirse sobre un pecho que alberga un corazón que late al ritmo del tuyo. A veces le sueño y lo veo tan cerca, tan real, tan tangible que me levanto entre sudor, temblor y esperanza. A veces le sueño como si la eternidad jugase conmigo y encaro el día con la misión de ser mejor, para que cuando me vea, descubra una mejor versión de mi misma. Sé que no puede ser, que no es el momento, que debo aprender, crecer, vivir, debo seguir adelante para que llegue el momento exacto en el que me duerma con el latido de su corazón, que late a mí ritmo.
Y mientras, mi piel lo imagina las noches que no puedo dormir... y es tan real, tan cercano y tan tangible, que me duermo entre temblores, ternura y esperanza.
Mis linternas le buscan en sueños, entre la eternidad de vidas pasadas.
La cama está ideada para ser compartida, por mucho que a veces guste tenerla para uno solo. Eso debería ser algo ocasional, por lo general lo ideal es compartirla.
ResponderEliminarUn beso.
Y cuando lo general es tenerla vacía pues...
EliminarGracias por la visita
Un beso
Y cuando lo general es tenerla vacía pues...
EliminarGracias por la visita
Un beso
Sé al sentimiento que te refieres. Me identifico mucho en esta entrada tuya. Y expresada de una forma tan clara y bonita.
ResponderEliminarGracias Azul
Muchísimas gracias a ti por tu comentario
EliminarUn beso
Muchísimas gracias a ti por tu comentario
EliminarUn beso