domingo, 15 de mayo de 2016

Arropo

Entre sus brazos se esconde el mundo las noches de domingo...

Entre sus brazos vivo yo, en mi más pura esencia

En el arropo de su pecho, en el calor de su ser, ahí vivo yo... quien soy realmente, ese trocito de mi que nadie conoce

En el arropo de su cuerpo, mirando al mundo desde sus brazos, entrelazados a mí cintura... porque no hay más allá de sus brazos... porque pueden pasar mil vidas y seguiré viviendo ahí, en su arropar, en su mecer. 

La oscuridad de su mirada que se vuelve tierna, cuando me mira y me aprieta contra Èl, como si quisiese que su corazón se impregnase de mí... como si necesitase confirmar que mi alma vive ahí, en el arropo de la Suya.

La nostalgia de la cama vacía, se rompe cuando pienso en su pecho, que me arrulla  y me arropa

La pena de la desesperanza quiebra cuando me abraza

Y desando el camino aprendido, el camino tropezado... para recordar que luché y que lucho por crecer y ser mejor... porque mi recompensa se esconde entre sus brazos, pilar de apoyo en el camino, refugio nocturno que me arropa.

El dulce susurro en el oído tanta perversión tanta ternura

Y sus brazos que son el mundo

Las noches de domingo cuando me arropa.

Lista de deseos

Mancharle la nariz de helado

Besarle por sorpresa

Andar desnudo por casa

Pasear de la mano

Enterrar sus pies en la arena de la playa

Ir a un partido de fútbol

Darle de comer

Ver una lluvia de estrellas en el campo

Ponerle las zapatillas

Retorcerme entre sus cosquillas

Un striptease en tacones

Cocinar juntos y acabar llenos de harina

Beber vino blanco de su boca

Dormir hasta la hora de comer

Un paseo en bici

Renovar el concepto de eternidad.

jueves, 5 de mayo de 2016

Dulcinea

A veces me mecía entre sus brazos, cuando mi cuerpo pedía contacto, mimos y mis ojos gritaban cansancio... cuando los tacones me llevaban a mí en vez de lucirlos yo a ellos...

A veced era su Dulcinea, me protegía de todo, venía a salvarme... sin necesitar yo ser salvada... venía a aportarme y enriquecerme.

Esa tarde cuando llegó yo estaba sentada en el suelo. Después de doce horas fuera no había llegado al sofá. Cuando me vió allí me sonrió y yo me aferré con fuerza a su pierna.

-¿día duro, pequeñita?
-Sí Amo.

Y se agachó, me agarró las manos y me ayudó a levantarme. Me llevó a la cama y me tumbó boca abajo. Me dio un azote y un beso... mientras desaparecía en el baño.

Cuando volvió yo estaba medio dormida. Él llevaba una toalla en la cintura. Se subió sobre mi y me masajeó la espalda...

-te voy a follar

Entró dentro de mí con tanta ternura que quise llorar. Se corrió cuando me daba permiso para hacerlo y me besó mientras se tumbaba a mí lado.

Me terminé de desnudar a orden suya y fui a por unos sándwiches... Esa noche me permitió comer en la cama.

Nos tumbamos juntos a ver una peli, mientras Él pellizcaba mis pezones.

Bajé con la boca a su entrepierna y se derramó en mí.

Me agarró y me meció entre sus brazos, cubriendome del mundo, protegiendome, cuidándome; como a su muñeca,  su princesa de cuento, su Dulcinea.

lunes, 2 de mayo de 2016

La cama vacía

A veces estiro los brazos en la cama y en vez de amplitud, siento ausencia. Que no hay nada como dormirse sobre un pecho que alberga un corazón que late al ritmo del tuyo. A veces le sueño y lo veo tan cerca, tan real, tan tangible que me levanto entre sudor, temblor y esperanza. A veces le sueño como si la eternidad jugase conmigo y encaro el día con la misión de ser mejor, para que cuando me vea, descubra una mejor versión de mi misma. Sé que no puede ser, que no es el momento, que debo aprender, crecer, vivir, debo seguir adelante para que llegue el momento exacto en el que me duerma con el latido de su corazón, que late a mí ritmo.

Y mientras, mi piel lo imagina las noches que no puedo dormir... y es tan real, tan cercano y tan tangible, que me duermo entre temblores, ternura y esperanza.

Mis linternas le buscan en sueños, entre la eternidad de vidas pasadas.