A veces me mecía entre sus brazos, cuando mi cuerpo pedía contacto, mimos y mis ojos gritaban cansancio... cuando los tacones me llevaban a mí en vez de lucirlos yo a ellos...
A veced era su Dulcinea, me protegía de todo, venía a salvarme... sin necesitar yo ser salvada... venía a aportarme y enriquecerme.
Esa tarde cuando llegó yo estaba sentada en el suelo. Después de doce horas fuera no había llegado al sofá. Cuando me vió allí me sonrió y yo me aferré con fuerza a su pierna.
-¿día duro, pequeñita?
-Sí Amo.
Y se agachó, me agarró las manos y me ayudó a levantarme. Me llevó a la cama y me tumbó boca abajo. Me dio un azote y un beso... mientras desaparecía en el baño.
Cuando volvió yo estaba medio dormida. Él llevaba una toalla en la cintura. Se subió sobre mi y me masajeó la espalda...
-te voy a follar
Entró dentro de mí con tanta ternura que quise llorar. Se corrió cuando me daba permiso para hacerlo y me besó mientras se tumbaba a mí lado.
Me terminé de desnudar a orden suya y fui a por unos sándwiches... Esa noche me permitió comer en la cama.
Nos tumbamos juntos a ver una peli, mientras Él pellizcaba mis pezones.
Bajé con la boca a su entrepierna y se derramó en mí.
Me agarró y me meció entre sus brazos, cubriendome del mundo, protegiendome, cuidándome; como a su muñeca, su princesa de cuento, su Dulcinea.
Eso es amor... y admiración, Dulcinea.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias
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Muchas gracias
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Azul, me gusta mucho tu nueva voz.
ResponderEliminarUn beso
Muchas muchas gracias : )
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