Silvia llegó un paso detrás de Carlos con un abrigo largo y deportivas blancas, con calcetines altos rojos cómo los míos.
"Esta viene sin ropa" -pensé para mi.
Nos abrazamos y Carlos entró al salón. Fran la saludó con dos besos y luego Silvia fue a la cocina a saludar al Amo.
-Erytheia guarda el abrigo de tu amiga.
-Sí Amo.
Silvia se lo fue a quitar, pero Carlos la interrumpió.
-No nena, que te lo quite tu amiga.
Nos sonreímos frente a frente mientras le desabotonaba los botones. Me encontré sus pechos desnudos, eran pequeñitos pero redondos y de otras veces sabía que tenían una textura cómo aterciopelada.
-Qué zorra, amiga. -le dije bajito.
Ella me sonrió.
Cuando le quité el abrigo se quedó con un tanga que llevaba en el coño dibujado el escudo del equipo... menudos uniformes llevábamos las dos.
-Jajaja os faltan los pompones perras.
Ambas reímos la ocurrencia, yo sin bragas y ella sin camiseta.
-Erytheia, ya esta todo, a las pizzas les faltan unos minutos. Me voy a tomar una cerveza. Estate atenta, y ponle algo de beber a tu amiguita
-Sí, Amo. ¿Qué quieres Silvia?
-Amo ¿Puedo beber ?
-Sí, pero una copa, que después conduces tu.
-Gracias Amo. Un albariño cómo el tuyo ¿no?
-Venga guay. ¿Me ayudas con la mesa?
Pusimos la mesa con las ensaladas y las patatas. Me acerqué al salón.
-Amo, perdone. ¿Cuantos cubiertos?
-Para tres nena.
-Sí, Amo.
Volví a la cocina.
-Nosotras no nos sentamos.
-Lo imaginaba... creo que tienen algo movidito pensado para esta noche.
-Sí, tiene pinta.
Ambas nos reímos, nos gustaba compartir estas situaciones.
Cuando sonó el horno sacamos las pizzas y Silvia avisó de que la cena estaba lista.
Estaban cenando mientras Silvia y yo esperábamos a un lado, por si necesitaban algo.
-Perrita, apaga la tele, que tenemos mejores cosas que mirar.
Obedecí de inmediato.
-Ah y quítate la camiseta. Que ya se ha acabado el partido.
-Y tu el tanga Silvia.
Nos quedamos las dos con los calcetines y las deportivas, las colas altas y las mejillas sonrojadas.
-Teniendo aquí dos perras, no vamos a mirar la tele no?
-¿Pero van a dar espectáculo?-Preguntó Fran.
"Qué cabrón" pensé... parecía bueno.
-Claro... Silvia, enséñale a Fran cuanto quieres a tu amiguita.
Silvia me miró y se acercó a mí, me besó los labios despacio, acariciando mi pelo. Poco a poco aumentó la intensidad de los besos, yo correspondí. Nos besamos abrazadas, buscando que ellos nos vieran.
-Erytheia las tetas de Silvia.
Acariciè sus pechos, poniendo erectos sus pezones y bajé la cabeza para darle besos. Ella correspondió agarrando mi culo, besándome el cuello buscando mis pechos con los dedos.
-Silvia mira a ver si Erytheia se ha mojado.
Silvia metió dos dedos dentro de mí, tocó un poco y los sacó llenos de flujo.
-Sí Amo, está muy mojada.
-¿A que sabe, puta?
Silvia se lamió los dedos con gesto goloso.
-Sabe dulce Amo.
-Cómeselo.
¿Ein? Eso nunca lo habíamos hecho.
-Erytheia, en el sofá, que te veamos bien.
-Sí, Amo.
Me coloqué y Silvia me besó los labios.
-Haz que se corra Silvia -Dijo Carlos.
-No te corras Erytheia. -Dijo mi Amo.
Ay. Silvia me miró cómo pidiéndome perdón y no tuvo compasión. Lamió, absorbió y mordisqueò mi clítoris. Separó los labios con las manos para llegar mejor, me penetró con su lengua.
-Amo... no puedo.
-Sí puedes Erytheia, aguanta.
Silvia continuaba, sin darme tregua. Yo, con la frustración de no poder explotar, me agarraba los pezones y tiraba, cuestión que no ayudaba tampoco a calmarme...
-¿Habéis acabado de comer? -escuché decir a mi Amo.
-Sí.
-Sí.
-Venga Erytheia, córrete, ahora.
Silvia aumentó el ritmo aún más y yo exploté.
-Gracias, Amo.
La cara de Silvia estaba llena de mi flujo.
-Limpia a tu amiga.
Le lamí despacio y la besé.
Mi Amo se me acercó. Me agarró fuerte el culo.
-¿Bien?
-Sí, Amo. Muy bien, gracias.
-Pues anda, pon unas copas.