Bajo la falda
domingo, 19 de diciembre de 2021
El armario
sábado, 10 de abril de 2021
Taller de electroestimulación online.
viernes, 29 de enero de 2021
Buscar al Amo
lunes, 18 de enero de 2021
El aperitivo.
Bailaba descalza y desnuda en la cocina cuando Él llegó, generalmente la avisaba y ella se preparaba para recibirlo en la puerta, pero, esta vez, él quería sorprenderla, moviéndose como se movía cuando Él no estaba. Era algo que siempre le había causado curiosidad ¿Cómo son las personas cuando no las miro? Y con ella esa pregunta casi rozaba la obsesión... Aunque tenía la seguridad de que ella cumpliría las normas, que obedecería a sus caprichos y efectivamente, la encontró desnuda en la cocina, bailando mientras fregaba los platos. La miró desde el quicio de la puerta y sintió lo afortunado que era por tenerla en su vida.
En uno de sus giros, ella lo vio allí, parado, mirándola con media sonrisa. Espontáneamente saltó a sus brazos y lo besó. Después se arrodilló y le besó la mano... Ella era así, se dejaba llevar por el cariño y las emociones, por la alegría de verle... y a la vez, sentía absoluta adoración y entrega que la hacían caer de rodillas.
-Hola pequeña zorra.
-Hola Amo. No lo escuché llegar.
-Ya, ese era el objetivo. ¿Qué hacías?
-Ordenar un poco, recoger la cocina...
-Y bailar.
-Si Amo, y bailar.
-Me gusta como se mueven tus tetas cuando bailas.
-Gracias Amo.
-Vamos a hacer una cosa, voy a ir a cambiarme mientras tu terminas, me vas a poner un vermú y un aperitivo, sorpréndeme, se original y después, vas a venir al salón para seguir bailando.
Erytheia se puso colorada al instante, había aprendido a no expresar verbalmente que le daban vergüenza algunas situaciones, pero no podía evitar según que reacciones corporales.
-Si, Amo.
Él desapareció por la puerta en dirección al dormitorio y ella se dio prisa en terminar de recoger. Preparó una tabla de quesos y embutidos con encurtidos, frutos secos y uvas, algunos grissinis que habían quedado del italiano del otro día y un vermú con naranjas pequeñitas.
Salió al salón y lo esperó arrodillada al lado de la mesita donde colocó el aperitivo. Él apareció con el pantalón de chandal gris y la sudadera a juego, descalzo, cómodo. Sonrió. Puso desde su móvil una canción y le dijo:
-Venga ¿Qué haces ahí? No puedes bailar en esa esquina.
De un empujón, quitó la mesa bajita del salón y lo dejó todo despejado para que ella se colocara en el centro. Apagó las luces y colocó solo una lámpara enorme que parecía un foco. Erytheia se sentía como en un campo de futbol, lo que no atenuaba su vergüenza.
-Todavía te tapas ante mi... Suéltate, antes no estabas cohibida.
-Si, Amo, sabiendo que me mira, es más difícil … perdone.
Se fue soltando hasta lograr bailar algo mejor... aunque seguía sintiéndose más ridícula que sensual... y por supuesto, Él no le permitía girarse demasiado rato, quería verle la cara, que venciese su vergüenza.
En un momento Él puso una canción lenta y se levantó a bailar con ella... le acariciaba y pellizcaba el cuerpo, agarrando con fuerza su culo. Cuando acabó la canción, le agarró los pezones con fuerza y la llevó, tirando de ellos hasta el sofá donde la tumbó con la cabeza colgando para follarle fuerte la boca.
Erytheia sentía las embestidas y trataba de relajar la garganta a la vez que con las manos buscaba masajear sus huevos, como a Él le gustaba. De repente Él la giró y escupiendo en su culo, la embistió por detrás con fuerza y después de varias acometidas, se corrió dentro de ella.
-Que no se salga. Ve a ponerte el plug grande.
Cuando ella volvió, con el plug que había comprado en sus inicios, pensando que podría con él y que Él ahora usaba como pequeño elemento de tortura. Él aún esperaba.
-Venga, que se me está secando la polla sin que me la limpies.
Ella se la limpió, jugueteando y se llevó un bofetón.
-Te he dicho que la limpies, nada más.
-Si Amo.
-Venga, que todavía catas vara hoy.
-No, Amo, no.
-¿Que no qué?
La cogió de una oreja, que humillaba más de lo que dolía y Él lo sabía.
-Tira para el cuarto, vas a decir tú que no.
Estaba jugando y ella lo sabía, no estaba enfadado, le apetecía azotarla y estaba buscando una "excusa" para darle emoción.
En la habitación le dijo:
-Dame la vara y ponte en la cama.
-Si Amo.
-Cuenta.
Fueron 30, rápidos y no muy fuertes.
-Como estés mojada, van a ser el doble.
Por supuesto que estaba mojada, desde que Él la había hecho bailar no había dejado de estarlo.
Cayeron otros 30, mientras ella pataleaba y lloriqueaba sin dejar de contar.
Cuando acabó, el volvió a tocarla.
-Mira que guarra eres, toda empapada.
Comenzó a masturbarla, mientras la humillaba con sus palabras.
-Amo ¿Puedo correrme?
-No.
Siguió, con mas fuerza.
-Amo, por favor.
-He dicho que no.
Entonces, paró y le metió los dedos en la boca. Ella los limpió de sus propios flujos.
-Te vas a quedar así un rato, con las ganas y el plug en el culo, hasta que me salga a mi de los huevos. ¿Qué te parece?
-Bien Amo, lo que usted quiera- dijo, mostrando en su cara la frustración.
-Claro que si y si me apetece dejarte así dos días, tu calladita y contenta ¿verdad?
-Si, Amo.
-Eso es, pues venga, levántate que hay que ir comiendo.
sábado, 12 de diciembre de 2020
Lo feliz que me hace.
Si algo quiero en este mundo es sentir Su olor en mi piel.
A veces, después de muchos juntos, un fin de semana largo, un puente o unas vacaciones, además de Sus marcas, llevo Su olor en mi piel. No sé si alguien más puede notarlo, pero yo, como animalillo, me siento repleta de Él y me acaricio como lo haría con Su espalda cuando estoy a punto de quedarme dormida.
Sentir Su presencia en mi cuerpo es una de esas emociones extrañas que solo dan la entrega y la sumisión. Es algo que me remueve por dentro y de lo que difícilmente puedo (quiero) deshacerte... Una de esas sensaciones que hacen que las emociones que provoca la D/s sean aún más intensas que las de cualquier relación, amor y pertenencia es una combinación adictiva.
Estos días han sido especiales. Creo que no he pasado separada de Él más de tres minutos. Por tanto, he vivido en un estado de constante felicidad. Me gustan estos días en los que la vida se alinea para unirnos, para darnos tiempo, para detener un poco la locura de vida que solemos llevar a cuestas.
Me ha hecho croquetas y ha estrenado su vergajo nuevo en mi culo. Cómo duele el condenado, pero marca tan bonito... Para variar, mi nalga izquierda es un cuadro y en la derecha apenas se aprecia el tiempo que Él le dedicó. Es algo que no puedo remediar, Él se esfuerza por igualar los azotes, las marcas, por extender Su dedicación hacia mi culo de manera equitativa y aunque reciban igual, tengo una nalga mucho más agradecida que la otra.
Además, hicimos algo que no había hecho nunca y que me daba terror. El Domingo, con mi culo marcado de vergajo y vara (la vara que nunca falte) y los pezones doloridos después de haber sido catados por Sus dientes y las pinzas nuevas, me dijo que me pusiese un vestido fácil de quitar y el abrigo y me llevó a casa de Su amigo.
De todos Sus amigos Dominantes, éste me genera especial respeto porque es muy alto, muy serio y nunca sé cuándo está de broma, así que, cuando me vi en la puerta de su casa, le apreté la mano fuerte para sentirme segura y me pegué aún más a Él.
-Vas a portarte bien ¿Verdad?
-Claro Amo- dije abriendo mucho los ojos y asintiendo.
Él soltó una carcajada de esas que suelen escapársele cuando pongo una cara rara y llamó al timbre. Su amigo nos abrió y me puso en la mano un refresco mientras ellos charlaban.
-Bebe un poco, para relajarte.
Dicen que cuando alguien está nervioso es bueno beber algo porque el cuerpo sabe que no va a morir deshidratado, sabe que no hay peligro y se relaja.
Me tumbaron en la camilla desnuda, bocabajo y sentí como mi Amo me besaba los labios.
-Vamos a ponerte agujas. Jairo me va a enseñar a hacerlo, pero de momento va a ser Él quien las ponga.
Era mi primera vez pero también era la del Amo, y la idea de que aprendiera usándome a mí me llenaba de ilusión y felicidad. Jairo era un maestro y ya había enseñado a mi Amo varias cosas, pero era la primera vez que iba a practicar con un cuerpo humano, con el cuerpo que le pertenecía.
Fue una sensación extraña. A mí las agujas no me han gustado nunca, pero me hizo muy feliz la situación, la confianza, la paz, la felicidad de mi Amo cuando terminamos. Ver su obra en todas las fotos que le hizo.
Después nos fuimos a casa. mi Amo quiso que hablásemos de todo a solas y le dijo a Jairo que le debía una comida. Pedimos pizza pepperoni, abrió vino, comimos en la alfombra del salón y me mimó. Le cuidé, hablamos de todo y nos abrazamos tanto que aun hoy llevo Su olor en el pecho.
Y le dije mil veces lo feliz que soy siendo Suya, pero creo que me quedé corta. Siempre me quedo corta.
martes, 24 de noviembre de 2020
Animal
martes, 3 de noviembre de 2020
Domingo al mediodia.
Correrse 25 veces seguidas no siempre había sido fácil para ella... es más, durante mucho tiempo pensó que era imposible, pero ahora, raro era el día que no se corría al menos 7 u 8 a Él le gustaba mantenerla activa, que no perdiese la práctica y que se notase que hacía lo que quería con su propiedad. Incluso una vez había llegado a correrse simplemente porque Él se lo había dicho.
Cuando Él le ordenaba que se corriese un número de veces determinadas y la dejaba sola, tenía un archivo de imágenes mentales a las que siempre recurría. Agarraba SU almohada para obtener su olor y con una mano acariciando su clítoris recordaba
Aquella mamada en la que Él la obligó a ahogarse con su polla mientras ella se corría.
El día que la azotó con la vara y después la abrazó y su olor se quedó tanto tiempo en ella como las marcas en su piel.
El primer día que se atrevió a darle un beso por iniciativa propia, sin que Él se lo pidiese.
Aquel día que hizo que se corriese delante de todos sus amigos, varias veces seguidas.
La conversación en la que ella descubrió que no había ahodando en sus propias fantasías.
Muchas de aquellas escenas a las que ella recurría, se habían repetido más de una vez, pero en general había un detalle que las hacía especiales. Después solo tenía que darle la fuerza adecuada a sus dedos y encadenar orgasmos. Repetirse que ella solo tenía que obedecer a su dueño, que las propiedades solo obedecen y cumplen con lo que se les ordena... y, generalmente de cinco en cinco, conseguía correrse el número de veces que Él le hubiese ordenado. Algunas veces tan fuerte que tenía que morderse el brazo o los labios para no hacer ruido, como Él le había ordenado antes de irse.
Llegar a los 25 era quedar exhausta, las piernas le temblaban, no sentía los dedos, le dolían las muñecas y no podía parar de sonreír. El apareció en el cuarto:
-¿Cómo vas?
-Ya terminé mi ofrenda, Amo.
-¿25? ¿Sin gritos?
-Si, Amo.
-Bien. Otros cinco.
Ella sabía que eso iba a suceder. siempre sucedía. Esta vez no le hicieron falta imágenes mentales, la sonrisa de su Amo al decírselo le había bastado y Él seguía ahí. Se empezó a tocar con fuerza:
-Vamos puta, que te he dicho que te corras, obedece... qué obedezcas.- dijo, dándole un azote en el muslo.
Ahí se corrió, las otras cinco veces, le tembló la cabeza y se dejó llevar.
Cuando Él la vio correrse desapareció. Volvió con un vaso de agua.
-¿Ya?
-Si Amo.
-¿Los cinco?
-Si Amo, gracias Amo.
Él se sentó en la cama y la besó en la frente.
-Pues ve a lavarte que vamos a salir.
Ella cerró un poco los ojos, aún estaba algo mareada. Se agarró al cabecero y se incorporó.
-No no, espera a sentir las piernas, a ver si te vas a caer y encima vas a fastidiarnos el aperitivo.
Se metió en la ducha con cierto temblor aún en las piernas. Soñaba con un vermú al sol. Al salir Él la llamó. Fue al dormitorio aún con la toalla puesta, no sabía que tenía que ponerse. Sobre la cama un vestido azul con la falda de vuelo y el cinturón de castidad, que la limitaba más por el hecho de no poder ir a mear que por la castidad en si misma, ella solo se corría con una orden de su Amo.
Él la ayudó a colocárselo después de darle una oportunidad más para mear y tras eso se vistió, se maquilló un poco y salieron. Fueron a tapear algo con unos amigos y Él decidió que comerían en la calle en vez de volver a la casa. Ella controlaba, dentro de las posibilidades que su Amo le daba, la cantidad de bebida que tomaba, pero cada vez resultaba más dificil. Un vermú y una copa de vino con la comida, un vaso de agua que su Amo había pedido para ella con el café y el chupito que el dueño del local ofreció.
Cuando llegaron a casa Él se sentó en el sofá.
-Amo ¿Me permitiría quitarme el cinturón para poder ir a mear?
-¿Ya tienes ganas?
-Si Amo, por favor.
-Te dejo elegir: puedes quitártelo ya y cambiarlo por las pinzas japonesas o esperar a que a mi me apetezca que te lo quites y correr el riesgo de mearte mientras me la chupas.
-Espero a que a usted le apetezca, Amo. - dijo ella, pensando en el terror que le daban las pinzas japonesas.
-De acuerdo, trae las pinzas normales.
Erytheia palideció, no contaba para nada con eso...
-¿Qué te pasa en la cara?
-Es que no es justo, Amo...
-Si querías justicia haberte metido a abogada y no a sumisa. Tira a por las pinzas.
-Si, Amo.
Con las pinzas en los pezones, que su Amo le había colocado sin masajearlos antes porque ella era una bocazas, se la chupó durante mucho rato, al menos 40 minutos sin parar, con las babas por toda la cara y tirones en los pezones que Él le daba a cada rato. Tardó muchísimo en correrse y tuvo una corrida super abundante que a Ery le supo a merienda y gloria bendita. El semen, cuando gusta, gusta mucho.
-Venga, trae las llaves, que te voy a dejar mear antes de que me manches algo
Y así empezó la tarde del domingo.