-Si, Amo.
Él estaba tumbado en la cama, en calzoncillos, con un trozo de chocolate con almendras en una mano y un trozo de chocolate blanco en la otra.
Yo acababa de volver de una cena de trabajo, falda negra, camisa blanca, chaqueta, tacones negros, medias sobrias, pelo recogido en un moño y labios rojos.
Me solté el pelo. Despacio, moviendo la cabeza a ambos lados, tranquila. Él puso música. Creo que en ese instante me puse colorada, odio los strip-tease (se escribe así). Bailaba avergonzada, pero me fui soltando poco a poco. La chaqueta cayó después, mientras movía las caderas y bajé la falda. Ahí me recreé más, me gustaba mi imagen con camisa, medias y tacones. La camisa fue abriéndose botón a botón y levanté los brazos para dejarla caer. Mientras revolvía mi pelo y movía mi cabeza a los lados. Contoneaba las caderas cuando me deshice del sujetador.
-Para. El resto te lo voy a arrancar a mordiscos. Pero ahora no, ahora ven y chupa, que mira lo que has hecho, puta. -Dijo mientras señalaba su ereccion.
Me acerqué a cuatro patas, subiendo a la cama y metí la cabeza entre sus piernas. Primero le quité los calzoncillos con los dientes y cuando conseguí sacar su polla comencé a lamer la despacio. Él seguía con el chocolate y de vez en cuando lo pasaba por mi cara, llenandome de churretes. Me agarró la cabeza cuando acabó el chocolate para follarme a gusto la boca. Cogiendo me por el pelo y ahogándome. Llegado el momento, se empezó a correr en mi boca y mientras lo hacía, sacó la polla, llenando mi pelo, mi cara y mis tetas.
-Anda que no eres guarra, mira como te has puesto.
Me colocó sobre sus rodillas. Comenzó a darme azotes, no eran muy fuertes.
-No quiero una perra sucia.
Se reía divertido mientras yo soltaba pequeños quejidos.
-Vamos al baño perra.
Me cogio en volandas, como si no pesas nada, y me metió en la ducha, abrió el grifo y puso mi cabeza debajo, pegada casi al desagüe, de esa manera solo mi cabeza se mojaba. Se colocó detrás de mí y entró en mi culo, lubricados solo con un poco de saliva para que no le doliente a Él.
Se corrió y cerró el grifo. Con una toalla me envolvió y me abrazó, secándose el pelo y la cara.
-¿Cómo estás pequeña?
-Cachonda Amo.
-Mmmm pequeña zorra ¿Qué voy a hacer contigo?
Sentada en su regazo, apoyando la cabeza en su hombro, entro con sus dedos en lo más profundo de mí y comenzó a moverlos.
Me dijo que me corriese al oído y yo nunca querría desobedecerlo.
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