Me venda los ojos y me sienta en una silla, atada por los tobillos y las manos. Un consolador en mi coño, a máxima potencia.
-Ni se te ocurra correrte.
Intento concentrarme en otra cosa, pero no es fácil. Sé qué Él está preparando una maleta, lo escucho trastear entre mis cosas. Es dificil centrarme en sus movimientos, estoy muy excitada y la oscuridad me obliga a centrarme aún más en las sensaciones de mi coño. Al fin escucho la cremallera cerrar la maleta. Segundos después su polla está en mi boca, chupo con fricción y Él me bombea marcando el ritmo. Cuando creo que no aguantaré más se derrama dentro de mi boca y me ordena:
-Córrete perra.
Me desata y me limpia con una toalla. Su polla ya la he dejado yo reluciente antes. Me quita la venda y bajamos las maletas al coche. Entramos en el bar de enfrente a desayunar.
-Zumo y tostadas para la señorita, para mí lo mismo y un café solo.
-¿No quiere usted café o leche o algo?
-Ella ya ha tomado leche en casa, gracias.
Me pongo roja instintivamente. Él se ríe cuando me mira, está juguetón, pero por suerte, el desayuno acaba sin más percances.
Cuando salimos de la cafetería entramos directamente en el coche. Él me venda los ojos y pone música. Abre mis piernas y las coloca en alto. Arrancamos y en cada semáforo juega con mi coño.
-Solo te digo que nos quedan tres horas de viaje, y que no te puedes correr.
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