martes, 20 de octubre de 2015

Picnic

Tenia tantas ganas de verle que ni la lluvia ni el cansancio me frenaron. Cuando salí del trabajo caminé hacia su oficina y me senté en el bar de abajo con un refresco de limón a esperarlo.  Llevaba mi faldita plagada de mariposas y las medias marrones, ropa interior rosa bebé y  tacones marrones. Él apareció imponente... creo que aún no sabe como llama la atención su sola presencia en cualquier parte. Me besó, pagué y nos fuimos. Paró en un oriental y subimos la comida a casa. Me desnudé y lo ayudé a terminar de apartar los muebles del salón. Puso mantas y cojines por el suelo. Colocamos la comida.
-Desnudame perrita.

Empecé por los pies, fui descubriendo poco a poco su cuerpo... con la impotencia de no poder besarlo, lamerlo a cada milímetro descubierto.

Cuando estaba ya desnudo se tumbó en las mantas y a cuatro patas me colocó para que le chupase la polla.

-Asi, nena, así... me hacía falta relajarme... muy bien chica...

Se corrió en mis pechos y lo unté bien para que no derramase. Tal y como estabamos comenzamos a comer, un picnic desnudos en el salón. Después me llevó a la cama, me folló lento, muy lento y cuando se cansó aceleró hasta correrse.

La siesta fue inquieta, Él me agarraba dormido y yo me despertaba con algunos agarrones... pero no me importaba... era suya y estaba con Él.

Me metió en la bañera, me lavó y me mandó a hacer café. Cuando salió de la ducha, aún desnudo, se sentó en una de las butacas a tomar café.  Puso el mío en un bol y me indicó que bebiese, como la perrita que era. 

Me ató a la mesa y puso su hitachi wanda en mi coño.... ese aparato era un ensueño y una pesadilla si, como en ese momento, decidia que no me podía correr.

Se puso la televisión, un partido de baloncesto y de vez en cuando cambiaba la vibración del hitachi.  Inevitablemente comencé a gemir, por mucho que yo intentase evitarlo llegó un momento en el que no aguanté más.

-calla zorra, estoy viendo la tele.

Me mordí los labios, intenté aguantar los gemidos y acostumbrándome a la vibracióm volví a gemir

Me azotó una vez.
-Que te calles he dicho!

No lo logré, seguía incapaz de controlar mis gemidos. Me amordazó para ahogar un poco el ruido, pero aún asó ne resultaba casi imposible. Cuando acabó el partido me desató 
-Ve a por el cinturón, el trenzado.

Ouch! Ese dolía mucho...

Me azotó las nalgas hasta cansarse y cuando acabó me folló con violencia. Me mimó y hoy he despertado abrazada a Él.

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