viernes, 29 de enero de 2021

Buscar al Amo

Ella estaba cachonda. Él estaba viendo la televisión, una película de ciencia ficción de las que le gustaban y que ella no terminaba de comprender. Se acercó a Él a gatas, llevaba puesto un body azul marino de encaje.

Al principio Él ni la miró, ella le besó la pierna que caía desde el sofá. 

-¿Que te pasa? 

-Huele tan bien, Amo. 

-Eryrtheia, te he hecho una pregunta. 

-Estoy un poco cachonda Amo. 

-Bueno, si es solo un poco no te costará mucho aguantarte. Ponme un poco de Coca-Cola que hay en la nevera. 

-Si, Amo. 

Se fue a levantar. 

-No Erytheia no, has venido como una perra, sigue actuando como tal. 

A gatas fue hasta la cocina, le puso un vaso de Coca-Cola y de rodillas fue hasta el salón. Le ofreció la Coca-Cola. 

-Necesito una mesita. 

Erytheia se puso en cuadripedia, con la espalda muy recta y sintió el frío del vaso. Seguía cachonda, cada vez más. Suspiró. 

-Las mesas no hacen ruido. 

Él cogió el vaso y tras darle un trago, colocó los pies en el culo de ella. Ella sintió como Él se movía, buscando que ella se excitara aún más. Por fin, la película terminó, mientras ella se mordía la lengua para no suspirar y no moverse. Sin embargo Él no hizo nada por moverse. Al contrario, cogió el mando y retrasó la película para ver una escena de nuevo. 

-Aqui es donde hizo ruidos la mesa. -dijo, como hablando para si mismo. 
-Ve a por las pinzas Erytheia, las de tender. 

Gateando, Erytheia fue rápido a por dos pinzas. Y volvió, dejándolas en las manos de su Amo. Él le hizo que sacara la lengua y se la pinzó. Después le abrió el body y le pinzó otra en los labios del coño, cerrándoselo con la pinza. 

- Ahora ve a por las demás, que yo no te he pedido dos. 

No podía hablar, pero quiso pedirle perdón con los ojos. Era algo que ni había superado, no ser perfecta para Él, equivocarse, intuir... La inseguridad siempre la atormentaba. 

Volvió con la cesta de pinzas en una mano y se la dio a Él. 

-Subete sobre esa mesa, de rodillas. 

Se colocó como Él le indicaba, piernas abiertas, manos en la cabeza, mirada al frente. 

Él fue pinzando su cuerpo, recreándose, mientras ella cerraba los ojos. Las pinzas eran ese juguete que cuando ella conoció el BDSM quiso probar y una vez probado se dio cuenta de que no le gustaban nada. Dolían justo del modo que a ella no le gustaba, claro que Erytheia no destacaba por su masoquismo especialmente. 

Esto es lo que pasa cuando buscas al Amo -pensó ella. 

-Te quedan bien, estás bonita y callada. 

Él desapareció de la habitación y volvió con una fusta. 

La azotó primero en el culo, en el único sitio donde no había pinzas. 

-Ni se te ocurra moverte. 

Después de varios fustazos en el culo, impactó directamente en la pinza del coño, que saltó por los aires. 

-Ahora vamos a ver si sigues cachonda. 

Le metió la mano entre las piernas y al sacarlos, separó los dedos delante de sus ojos, para que ella viese lo mojada que estaba. Le volvió a dar varios fustazos. 

-¡Si es que no se puede ser tan puta!

Le quitó la pinza de la lengua.

-limpiame la mano. 

Ella lamió los dedos de su Amo. Él le agarró la coleta y le dio dos bofetones. Después la besó y la mordió. 

Apareció con una cuerda y ató cada pinza. Ella tembló, sabía lo que venía, lo había visto en algún vídeo y sabía que algún día le tocaría vivirlo. 

-Besame Erytheia. 

Ella lo besó en los labios y en ese instante Él tiró de la cuerda y las pinzas saltaron por los aires. Ahogó su grito con un beso. 

Ella lloraba, pero seguía muy muy cachonda. Entregarle su dolor le gustaba, entregarse plenamente, sentirse muy muy suya. 

-¿Ves lo que pasa por ser tan puta? Que hay que tratarte como a una zorra, como lo que eres ¿Verdad? 

-Si Amo. 

-Pero a ti te gusta que yo te trate así ¿No? 

-Si Amo 

-¿Si? ¿Que te gusta? 

-Que me use Amo, que haga lo que quiera conmigo. -lo decía llorosa, casi hipando. 

 - Claro que sí y si te duele ¿Que pasa?
-Nada Amo. 
-Nada ¿Verdad? Mejor, porque a mí se me pone más dura ¿A que si? 
-Si Amo. 
- Y así puedo romperte el culo un poco. 
- Si  Amo
-Pues venga, colócate bien. 

Ella se colocó con la cara sobre la mesa y Él empezó a metérsela. La embestía con fuerza.  Y después de un rato, se corrió,  Él, porque a ella, la dejó cachonda toda la tarde, como una zorra, Su zorra. 


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