martes, 26 de febrero de 2019

Un día completo

7.00h suena el despertador, hoy Él ha dormido en casa y está a punto de volver de correr. Si, mi Amo es incluso capaz de levantarse a las seis para ir a correr y tener fuerzas para ir al gimnasio después del trabajo.  Me levanto y preparo el baño para su ducha, las toallas en el toallero, calentitas, la alfombra colocada, un radiador para colocar el baño a buena temperatura, el agua caliente en su punto. Después pongo la cafetera, hago zumo de naranja y dejo las tostadas listas para que estén en su punto en el momento de desayunar, corto fruta justo a tiempo para recibirlo en la puerta. Son las siete y veinte, me arrodillo en la entrada y me indica con un dedo que lo siga, vamos a la ducha, lo desvisto y entra en la ducha, me dice que entre con Él, lo enjabono, Él también me lava a mi, incluido el pelo. Me manda salir y que me seque rápido, mientras Él se relaja un poco más en el agua caliente, lo veo de reojo estirar el cuerpo, el cuello... es el Amo más bello del mundo, el Hombre más bello del mundo. Me arrodillo, sé que debo esperar así cuando no me dice nada.

Cuando sale lo seco, sin ponerme de pie hasta que me lo indica. Cuando está listo lo sigo al dormitorio.

-Me voy a poner la camisa azul con los pantalones negros y tu el vestido rojo.

-Si, Amo.

-Puedes ponerte tanga, pero no sujetador.

-Sí Amo.

Saco la ropa del armario, primero la Suya, la mía la dejo colgada en el pomo del armario hasta que Él lo indique. Se viste y me manda a preparar las tostadas. Voy a servir el desayuno.

Son ya las ocho, me invita a sentarme con Él a la mesa, le sirvo primero y no como hasta que no me da permiso, primero como fruta, es muy estricto con el tema de la alimentación, hace mucho que dejaron de haber donuts en mi alacena.

-Ve a vestirte que tenemos que irnos, maquíllate y espérame con el secador.

LE encanta secar y peinar mi pelo, y a mi que lo haga.

Cuando termina de desayunar viene a peinarme, me muerde la oreja mientras lo hace y me recoge una cola alta mientras besa mi cuello, al trabajo siempre llevo el pelo recogido. Cuando estoy lista me besa.
-Coge las cosas que nos vamos.

Cojo su abrigo, le ayudo a ponérselo y agarro ambos maletines y mi abrigo en el brazo. Bajamos a la calle, me dice que me ponga el abrigo y mete algo en mi bolso. llegamos a la moto, me deja en el trabajo.
-Te recojo a las tres menos dos minutos en la puerta.

Menos dos minutos, menos dos minutos, tengo que ponerme una alarma a menos cinco para ser puntual, no le gusta que llegue tarde pero tampoco que llegue pronto.

-Sí Amo, espero que tenga un buen día Amo.
-Portate bien perrita y no dejes que te exploten demasiado, te quiero niña.
-Y yo a usted, Amo.
-Entra.

Oigo la moto arrancar cuando llamo al ascensor. Son las nueve menos diez, Él entra a en punto.

La mañana de trabajo es intensa, aunque marcada por Sus mensajes, a las dos y media me dice:

-Ve al baño, quítate el tanga y ponte lo que hay en tu bolso.

Hace unos años le habría dicho: ¿El movil o la cartera? Pero es mejor ahorrar en bofetones.

-Ya estoy Amo, gracias por usarme Amo.

Cuando suena la alarma salgo del trabajo, llego a la puerta, justo menos dos minutos, bien. Noto una vibración en mi coño, me sobresalto y mi cuerpo intenta cerrar las piernas pero lo freno. Miro a mi alrededor, está apoyado en la moto, en frente, hacia la izquierda.

-Casi cierras las piernas,  te salvas porque has estado rápida eh perra.

Agacho la cabeza.

-¿No me saludas?
-Buenas tardes Amo.
-Buenas pequeñita.

Me besa en los labios, agarrándome fuerte el pelo y me muerde el labio. Me guia a la moto, me pone el casco y se pone el suyo, sube y me indica que lo haga. Agarra mis manos enroscadas a su cintura. Que no se me pase por la cabeza soltarme.

Llegamos a su casa, agarro los maletines y subo detrás de Él, me dice que me desvista, coloco el vestido doblado en una silla y lo sigo. Va a la cocina.

-Voy a cocinar yo- me dice.

Me arrodillo en mi rincón. Lo veo moverse en los fogones, le gusta mucho cocinar, a mí, desde que Él me enseñó, también. Creo que está haciendo gnoquis en salsa gorgonzola con calabacín y salmón y ensalada de espinacas, pero realmente no lo sé, solo lo veo sacar las cosas de la nevera, mi rincón tiene poca visión de la cocina porque soy una perra cotilla.

Me llama, voy a cuatro patas y me dice que abra la boca, mamada antes de comer es placer absoluto. Lamo despacito, sin manos, mientras Él cocina, cuando no me indica nada en las mamadas puedo tener un poco de iniciativa siempre que las haga a su gusto, que esté suficiente tiempo y que no use las manos. Las manos solo cuando Él lo dice.

Cuando acaba de cocinar me sujeta la cabeza, abro mucho la boca y me la folla, se corre en mi garganta, en dos chorros inmensos que me atragantan un poco, pero que consigo aguantar.

-Lavate la cara y las manos que vamos a comer.

Me ayuda a ponerme de pie y me da un azote en el culo, vuelvo a la cocina, pongo la mesa para Él, porque está sirviendo mi comida en mis cuencos de perra.

Coloca los cuencos bajo la mesa y se sienta, le sirvo la comida y me dice:

-Ve tu a comer a la vez.

Mientras como me habla, me cuenta su día, me habla de sus compañeros y a la vez me hace vibrar el coño, sé que no debo levantar la cabeza del plato, ni hablar ni dejar de comer.

-He terminado.

Salgo de debajo de la mesa, retiro los platos.

-Disculpe Amo ¿Le gustaría tomar postre o café?

Me pide una fruta.

-¿Tu has acabado lo que había en tus platos Erytheia?
-No Amo, aunque si...
-Termina de comer. Cuando acabes recoge la cocina y prepáreme un café, descafeinado, voy a ver las noticias.

Cuando acabo de comer son las cinco de la tarde. Le llevo el café, aún tengo la cara llena de comida.

-Ve a lavarte y espérame en la habitación.

Me doy una ducha rápida,  sin lavarme el pelo, porque no ha especificado nada y mejor pasarme a quedarme corta. Me seco y me coloco en la esquina de la habitación,  espero bastante rato, tengo un poco de frío y me aburro bastante, pero no me muevo ni un milímetro, controlo las respiraciones y me centro en estar perfecta, lo más perfecta posible. Llega al cabo de media hora o así,  no me mira, se desnuda y se tumba en la cama.

-Vamos a descansar un rato, esta noche dormimos aquí,  si necesitas algo de tu piso iremos después del gimnasio.

No me muevo, solo bajo la mirada, no hay nada que contestar.

-Sube a la cama, tengo los pies fríos.

Me meto dentro de la cama y me acurruco a sus pies, se pone la manta que me cubre entera, al rato me asfixio un poco, antes de dormir me dice que saque la cara fuera que no me mueva mucho  y que me duerma. Segundos después lo oigo roncar. A mi me cuesta un poco más,  pero también lo consigo. Tampoco tengo otra opción.

Noto cuando se despierta porque saca un pie de debajo de mi y lo coloca en la entrada de mi coño.

-Quiero usar esto.

-Sí Amo ¿Cómo me gustaría que me colocase para usar Su coño, Amo?

-Monta.

Me coloco a horcajadas, la meto fuerte, no le gustan las delicadezas. No me muevo hasta que da un manotazo en mi pecho,  Es es la indicación.

Estoy muy cachonda, quiero correrme pero Èl no lo ha indicado, se me escapan algunos gemidos.

-Quiero oírte-dice  y sé que no tengo que ahogar mi placer.

Estamos mucho tiempo así, es su postura favorita después de la siesta. Se corre y me dice:
-Baja, arrodillate en la cama. Así, abre las piernas. Tocate.

Estoy muy cachonda, pero podria aguantar un rato aún.

-te vas a correr cuando cuente siete, si te adelantas lo cortas, si te pasas no lo harás.

Mierda mierda mierda,  no se si voy a poder, aunque esto me excita aun más. 

Tengo suerte, en el cinco me viene pero aguanto hasta el siete.

-Bien perra, te tengo bien educadita. ¿Qué se dice?

-Gracias Amo.

Me fallan un poco las piernas, me coge en brazos y nos duchamos juntos, aunque primero me sienta en el water.

-Mea.

Él lo hace en la ducha, sobre mí.

Cuando salimos de la ducha son las siete y media, eso significa gimnasio. Me dice que me vista y nos vamos pronto. Él hace musculación mientras controla mis tiempos, correr media hora, 15 minutos de abdominales, elíptica y la máquina que pone el culo duro. Hoy no tengo que hacer brazos.

Nos vamos y paramos en mi casa un momento a por unos documentos para el día siguiente. 

En el coche me pregunta por mi trabajo.

-¿Qué has tomado de fruta hoy Erytheia ?

-La del desayuno que usted me dio, una manzana a la media mañana, y el plátano de ahora Amo. 

-Te falta una.
-Sí, Amo.
-Ya sabes lo que no tengo que recordarte en la cena.

Tengo que tomar cuatro frutas al día y verdura en la comida y la cena. Yo solía  decir que mi alimentación antes de conocerle era mala,  pero Èl corrigió, mi alimentación antes de conocerle era pésima. 

-Quiero cenar pescado y alguna crema de verduras.

Cocino yo, apuntado. Llegamos casi a las nueve,  nos volvemos a duchar. Preparo la cena mientras Él trabaja,  le gusta cenar temprano, le sirvo cuando dan las nueve y media.  Me permite sentarme a cenar, pero es Èl el que me da de comer.

Estamos un rato en el sofá,  viendo la tele, yo sentada a sus pies en la alfombra de pelo gordo suavito que tiene en el salón,  me toca el pelo. El programa me aburre pero atiendo porque es Su favorito y a veces me hace preguntas, para que centre mi atención en lo que Èl decide. 

Cuando acaba me manda a la habitación, lavarme los dientes, preparar la vara y colocar mi culo en alto sobre la cama. 

No me azota fuerte, pero duele.  Me hace preguntas del programa y de otras cosas aleatorias, cuando me confundo da más fuerte y vuelve a preguntar. Es uno de sus juegos favoritos. Cuando acaba me pone un poco de crema en el culo, Èl doce que es para hidratar y yo pienso que hay hidratantes sin mentol.

Me manda a dormir, me arropa y se va a lavar los dientes. Lo siento acostarse, me abraza  y me besa el cuello.

-Sigues despierta,  tardas mucho en dormirte. ¿Qué piensas?
-Nada Amo.
-Erytheia.
-En qué tengo mucha suerte pero me pica el culo Amo. 
-No me gustan tus nada.

Me araña un poco una nalga y lloriqueo una mijilla.
-Duérmete o volvemos a empezar. 
-Sí Amo.
-Sueña bonito pequeña, te quiero mucho.
-Gracias Amo, igualmente Amo.

Son las once y media.

lunes, 25 de febrero de 2019

Valiente y colgada.

Estaba colgada de las muñecas, los brazos en alto y tocando el suelo casi de puntillas. Él la observaba. Una mordaza, el pelo en la cara, los pezones pinzados. La giró un poco.

-A ver que hago yo ahora contigo... podría hacer lo que quisiese, azotarte, llenarte de cera, darte placer hasta que no puedas más y entonces, seguir, sin saber cuando podrás correrte, podría utilizar contigo cualquier juguete, electricidad, agujas... o incluso podría dejarte ahí toda la tarde... ¿Qué te gustaría? Bueno, tampoco me importa.

Ella lo miraba, entre ansiosa y desesperada, nerviosa, tenía ganas de todo lo que Él había sugerido, cualquier cosa que a Él le apeteciese a ella le parecería bien.

Se acercó a su nuca, girando tras de ella, la lamió, le mordió el lóbulo de la oreja. Le azotó una nalga, volvió delante y le dio un bofetón.

-Voy a prepararme un café, te lo pediría a ti, pero tendría que deshacer todos esos nudos.

Ella se quedó allí, sola, atada y amordazada, cachonda y con el calor en la cara. ¿Como tenía tanta fuerza en una sola mano? Bueno... eran SUS manos...

Él, al contrario que todos los días de su vida, se quedó en la cocina a tomar el café, en vez de sentarse en el salón como hacía siempre. Ella lo oía trastear y deseaba estar arrodillada sirviéndoselo , pero bueno, esa también era una manera de servirlo ¿No?

Él volvió al rato, con olor a café... "Me encanta el olor a café en Él" pensó Erytheia. Agachó la mirada al verlo entrar en el salón. Intentó no balancearse tanto, pero no se sostenía bien en el suelo.

Cogió una fusta corta, una paleta y una vela. Puso la vela a calentar. Se acercó con la fusta.

-Salúdala.

Erytheia la besó suavemente. Él se distanció de ella, le azotó los pechos, el estómago, se giró y fue a las nalgas.
Variaba el ritmo, haciendo descansos, pero azotando rápido y fuerte, Erytheia se balanceaba con cada azote, perdía el equilibrio, resoplaba.

Paró cuando Erytheia contó el 20, siempre los contaba mentalmente, nunca se sabe cuando va a preguntarlo. 

Cogió la vela.
-Voy a adornarte un poco perra.

Fue colocando cera en su culo, era difícil teniéndola de pie, así que gran parte caía en la parte alta de sus nalgas que sobresalían. Llenó su culo de cera. Fue a por el móvil y la fotografió.

-Preciosa.

Colocó la vela entre sus nalgas y volvió a fotografiarla.

-Ahora que no se caiga Ery.

Alargó su mano y comenzó a mastubarla, ella pensó que se moriría de placer y estaba en esas veces en las que sentía la seguridad de que no le permitiría correrse.

-Estas mojada perra, da igual lo que te haga, todo te moja, todo de excita, pero tu placer Erytheia, es solo mío. -dijo justo cuando ella no podía más y quitó la mano.

Sopló la vela.

-Vamos a ver si esto te moja también.

Agarró la paleta. Se la puso delante para que la besara y ella lo hizo, bueno, lo hizo como la vez anterior, todo lo que se puede besar con una mordaza.

Azotó sus nalgas, con precisión y fuerza, eliminando con cada golpe la cera seca. Después  besó las rojeces, las pequeñas marcas que se iban formando.

-Así,  roja y perfecta.

Se giró y subió sus piernas hacia Él, enroscadolas en su cintura. La desató despacio. La besó y se la llevó al sofá.

La acarició despacio, peinando su melena con los dedos. Y le dijo:

-Te quiero, así y de todas las maneras, te quiero Mia y libre. Te quiero mi pequeña valiente.

jueves, 7 de febrero de 2019

Revocar la tristeza, reencontrarse.


Llevaban varios meses viéndose poco, a veces echar de menos es una de las formas más fuertes de amar. 

Se encontraron con la pasión de la distancia, de los cuerpos que llevan meses llamándose, que se añoran. 

Fueron a cenar a un restaurante nuevo, tapearon despacio, saboreándose, buscandose en la mirada, en las palabras, recuperando el tiempo perdido. 
Él le habló de ese país que lo había retenido fuera, de los proyectos, de planos y construcciones... el puente que uniría dos paises vecinos. 

Ella le habló de la nueva revista, de su amiga la que se iba a vivir a Chile, de su posible ascenso... 

Ambos se dijeron mil veces lo mucho que se habían echado de menos. 

-Me siento perdida sin usted.
-No me encuentro sin ti. 


Fueron a casa, necesitaban la intimidad de sus cuatro paredes. Necesitaban revocar la tristeza. 

Ella se arrodilló en el ascensor, necesitaba hacerlo, sentirse a sus pies. Él la agarró por el pelo, entró gateando, tras de él... 

Pensó en cuanto quería saborear su polla, pero él no tenía la misma idea. La hizo ponerse de pie. La fue desnudando mientras la besaba, poco a poco. Se tumbó en la cama, le puso música y encendió la luz, el foco le daba directamente y se cohibió.

-¿Tanto tiempo sin vernos y ahora te avergüenzas de estar desnuda delante de mi? No te tapas pero buscas esconderte Ery.

-No Amo, pero hay tanta luz... el espejo...

-Quiero que te luzcas, quiero que bailes para mí.

Erytheia se quedó paralizada... se sentía tan tímida, llevaba tanto tiempo si bailar para él...

-Erytheia, ¿Tengo que darte un bofetón para que te espabiles?

-No Amo, perdón Amo.

Empezó a moverse, poco a poco, con la sensualidad que le iba saliendo cada vez. Bailó desnudar para él, una canción,  dos... los ojos se clavaron en Su polla mientras se pajeaba. 

-Ven aquí, a cuatro.  

Se subió a la cama, como la perra que era.  

-Abre la boca niña. 

Por fin la tenia en su garganta. Necesitaba sentirla ¿Cómo podía gustarle tantísimo chuparse la?  

Beber de Él. 

Metía y sacaba Su polla rápido,  a su antojo, usando la boca de Erytheia, que ya empezaba a babear. 

-Levanta, rápido.  Montame. Quieta perra. 

Se la clavó hasta el fondo. Ella se quedó quieta. Èl lamió sus pezones y le puso unas pinzas. 

-Ahora, muévete,  yo te indico. Derecha, más rápido,  izquierda,  más lento, ambos, en círculo, si suelto, paras. ¿Entendido?  

-Si, Amo. 

Èl agarró la cadena que unía las pinzas y comenzó a dar tirones, a veces flojos, otras muy fuertes. 

Ella se excito rápido,  llevaba mucho tiempo queriendo esto. 

-Perra, hoy no te vas a correr.
-Como mande, Amo. 
-Pero yo, estoy apunto, ponte en cuatro quiero tu culo. 

Se coloca y Èl la metió,  solo con la lubricación de su coño... intentó que Èl no la oyese lloriquear. 

Se corrió de forma abundante, tirando de su pelo y dándole azotes con la otra mano.

-Que no se salga hasta que te lo diga. Vamos a dormir un rato. 

Èl se tumbó y la colocó  ella con la cabeza en su pecho. 

-Que ganas tenia de verte, niña. 

-Y yo de volver a casa, Amo.