miércoles, 20 de mayo de 2015

Una noche cansada.

Llevo varios días cargadita  de trabajo... una época más atareada de lo normal. Salgo de trabajar muy tarde, está empezando a anochecer y me da coraje pensar que esta mañana apenas había amanecido cuando salí.

Casi me arrastro sobre mis tacones hacia la salida... hoy no me apetece alisar las arrugas de mi vestido azul, ni recomponer una trenza que ya no merece ser llamada así. Esta noche me meteré en la cama sin cenar, después de una ducha que no sabré disfrutar del cansancio. Ni siquiera oigo el dindin del ascensor al abrir sus puertas.

Una rosa y me suelto el pelo. Me besa en los labios mientras me abraza. Mi Amo, en la puerta, me lleva en brazos hasta el coche... podría pasar la eternidad enganchada a su cuello. En el coche una lata de te verde en mi lado, fresquita, dulce... mmm Lo Adoro por estas cosas. Nos dirigimos a mí casa. Bajo del coche y subo. Él abre la puerta trasera y agarra unas bolsas.  No sé lo que es, no hemos dicho palabra en todo el camino... me vale con su presencia para sentirme bien.

Abro la puerta y me desnudo, sé que le gusta así. Él lleva las bolsas a la cocina y cuando vuelve me agarra por detrás.

-¿Un baño pequeña zorrita?- me susurra al oido.

-Ahora mismo, Amo.- le digo dispuesta a prepararlo.

Me sujeta la mano, vamos juntos. Pruebo la temperatura del agua mientras Él enciende mis velas aromáticas favoritas. Dejo caer el jabón que hace espuma mientras Él suelta un par de bolas de aceite y unos pétalos de flores.

Desabrocho los botones de su camisa y bajo su pantalón despacio. Hace rato que se descalzó. Cuando con los dientes bajo sus calzoncillos no puedo evitar besar su polla.

-Vamos nena, vamos dentro.

Entra en la bañera y me ayuda a entrar. Me situa sobre Él. Con una esponja va lavando mi cuerpo, lo acaricia. Me voy perdiendo en las sensaciones que me provoca.

Cuando acaba me giro y lo enjabono yo a Él, que cierra los ojos, hasta que, sin ninguna intención... rozo con mis pechos su cara y él abre la boca y comienza a chupar un pezón...

Va turnando la atención que dedica a mis pechos, mientras yo sigo enjabonando, desde su cabeza a los pies, dejando para el final su entrepierna, que comienza a erguirse orgullosa.

La enjabono con las manos... dejando la esponja sobre su ombligo, deslizando el agua hasta su entrepierna. Hace rato que está limpia, pero sigo con las caricias, pajeándolo. Noto como empieza a gemir.

-Gírate y chúpala.

En esa posición, mi culo queda cerca de su cara y Él lame mi coño mientras yo chupo su polla. De vez en cuando un azote seco que me hace gemir.

Acelera el ritmo y yo con Él.
-Cuando veas que me corro, puedes hacerlo tú.

Comienzo a acelerar, a profundizar, a esmerarme cada vez más. Estoy muy caliente y no sé si aguantaré, estoy cansada y no controlo tan bien mi cuerpo.

Al fin noto su leche en mi garganta y me dejo llevar por un orgasmo largo, intenso y silencioso, mientras trago hasta la última gota. Cuando me recupero la dejo bien limpia. Lo miro y me sonríe, yo le devuelvo la sonrisa, orgullosa.

-Anda nena, vamos a acabar y salimos a cenar.
-Amo, no se si hay algo en la nevera, algo en condiciones quiero decir...
-Me lo imaginaba. Seguro que pensabas irte a la camita sin cenar ¿No?

Bajo la cabeza y me muerdo el labio, sonrío y pongo morritos... pocas cosas le importan tanto a mi Amo como mi alimentación.

Me besó la cabeza y me sacó de la bañera. Envueltos en albornoces esponjosos nos dirigimos a la cocina. Él sacó sushi de las bolsas, de mi restaurante favorito. Dos copas del armario y mi vino. Aún así, faltaba algo, Él llevaba tres bolsas y solo había sacado dos de la nevera.

-Si estás seca quítate el albornoz.
Me desnudé. Él se sentó y me indicó sus rodillas. Con los palillos le di un trozo de sushi en la boca y Él, me dio de comer directamente de su boca.  Comí así, enganchada a su cuello, con la certeza de que allí estaba más segura que en ninguna parte.

Cuando acabamos de comer me pidió que sacase la última bolsa del congelador... helado... pensé.

Fresa y mango, un sorbete que, tras tumbarme sobre la mesa, recorrió mis pechos mi ombligo y mi boca.

El postre lo tomamos así, el sorbiéndolo de mi, yo saboreándolo cuando él lo depositaba sobre mis labios, dejando que se derritiese en mi boca, sin moverme.

Me cogió en brazos y me llevó a la cama. Serían las once... yo no quería separarme de su lado, nunca.

Me lavó con una toalla húmeda los restos de helado que se habían quedado pegajosos en mi piel.

-Perrita, se que estás cansada. Gracias.
-Soy suya Amo, para servirle, para complacerle, para usted toda.
-Dime perrita. ¿Qué quieres?
-Quédese a mi lado Amo, quedese aquí esta noche.
-Eso por descontado mi niña. ¿Algo más zorrita?
-Hágame el amor Amo.

Me lo hizo, nos corrimos juntos, invadidos pro la ternura que su cuerpo desprendía. Y poco después, mis ojos se cerraban inevitablemente, mientras yo trataba de mantenerme despierta en su mirada.

-Duerme mi niña, duerme que yo te velo.

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