jueves, 23 de junio de 2016

El cinturón trenzado.

Era trenzado, con la correa en un tono verdoso y naranja.  Con ese cinturon me cruzó el culo la primera vez. con el había rodeado mi cuello, lo había usado de correa. Yo lo había besado mil veces y se lo había pasado por las presillas del cinturón otras tantas que íbamos a salir juntos. 

Su cinturón y mis tangas... las trenzas de mi pelo y las que marcaba en mi culo... 

Ese cinturón había marcado una fase diferente, de aprender, de llorar, de sonreirme de conocer....

Cada correazo era una nuevo mensaje que me llegaba, un nudo en el estómago y en la garganta... un recorrer. 

Me coloqué en pompa... me enfrenté a la situación sabiendo que era lo que debía hacer. Cogí aire y esperé. Cayó el primero y el aire salió de golpe, mientras los demás se sucedían, dejándome sin respiración... 

Y de pronto el golpe fue ensordecedor y vi como algo volaba sobre mi cabeza. La mitad del cinturón cayó rota sobre mi cama, quedando delante de mí. Cerrando esta etapa con él...


Hoy, nos vamos de tiendas. 

1 comentario:

  1. Echaba ya de menos otra entrada tuya, Azul.
    Y esta es breve, sugerente e intensa.
    Tony

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