miércoles, 21 de noviembre de 2018

Una mañana despacio.

Esta historia sucedió hace un año. Llevábamos tanto tiempo unidos por los corazones que era complicado que no nos reconociesemos solo con sentirnos cerca.

Estaba en la cama tumbada, con unas braguitas de encajito rosa. Bocabajo. Èl apareció en silencio y yo le puse el culo en alto cuando sentí que caería el azote. Se rió. Me acarició la espalda con las uñas de los dedos y besó mi piel erizada.

-Me quiero dar un baño. -me dijo.

Me levanté, le besé los labios y fui al baño. Llené la bañera con dos gotas de su colonia.  Puse el radiador y la toalla a calentar.

-¿ Qué quiere ponerse después Amo?

- El pantalón gris y la camisa blanca. Vamos a salir pequeña.

Se metió en la bañera. Lo enjaboné con su esponja despacio y fui ascendiendo.

-Nena, quiero que lo hagas con tus tetas.

Me desnudé con cuidado  y enjaboné mis tetas. Le fui, poco a poco, frotando el cuerpo con ellas.

-Desde dentro lo harás mejor Ery.

El agua seguía caliente... el Amo tiene la piel de hierro, nada le quema. Me senté a horcajadas sobre él. Comenzó a moverse sobre mi y al final me clavó su polla hasta el fondo.

-MU E VE TE.

Montarme sobre Él para darle placer era una de las grandes maravillas del mundo. 

-No te vas a correr hasta que mi leche no te inunde ¿verdad nena?

-No, Amo.

-Bien Ery, estoy cerquita. Dale más fuerte.

Cuando se corrió me mordisqueó las tetas con tanta fuerza que me corrí de inmediato. Me giró y me mordió el culo. Nos duchamos juntos, despacio y con muchos abrazos.

Lo sequé despacio y me sequé yo. Lo vestí y me coloqué en el centro de la habitación en posición. 

Eligió un vestido azul que se cerraba por delante con una cremallera larguísima.

Me colocó las manos en la cabeza y me acarició todo el cuerpo, los pechos, el culo... hasta que se decidió a vestirme. Me puso el vestido y las medias, me peinó, me mordió el cuello y me metió la joya anal en el culo.

-Preciosa. 

Salimos a la calle y de repente pareció que eramos una pareja normal, nadie podría decir que Él era toda mi vida.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Reinicios.

Llevaba un tiempo a caballo entre el pasado el futuro, tenia miedo, por primera vez tenia miedo sujetando su mano.

Sin embargo, llegó esa tarde. Habían quedado a la salida del trabajo, esta vez Erytheia salía antes y era ella la que esperaba bajo un árbol frente a sus oficinas.

Andrés salio con cara cansada, pero sonrió al verla allí,  con sus tirabuzones rubios cayendo por los hombros.  La abrazó por la cintura la besó en la frente y caminaron. Él no había cogido el coche aquella mañana, para darse el lujo de pasear. Hacia una tarde agradable.

Él le preguntó, ella estaba decidida a acabar con sus miedos, a volver a intentarlo.

Subieron a su casa, el apartamento blanco . Ella se desnudó de nuevo. Él cogió la pelota de pilates que otras veces había utilizado.

-Colócate,  con los codos en el suelo, así,  bocabajo. Estás bien sujeta ¿Verdad?

Ante su afirmación,  introdujo un par de dedos en su coño,  ya húmedo, siempre húmedo a su lado, y los llevó al culo. Lo masajeó un poco y a la vez, se giró para meter su polla en la boca de Erytheia, que chupó con fricción.

Cuando Él considero que era suficiente se giró y la penetró despacio, pero sin parar ni un instante.

Bombeó con fuerza y ella mientras se debatía entre el placer y el dolor... sabia que si se corría, lo tocaría sufrir.

Cuando notó que Él estaba a punto pidió permiso:

-Amo, por favor. 

Y él, se lo concedió.  Se corrieron juntos.

Ese día,  todo volvió a ser como antes. 

jueves, 26 de julio de 2018

Un hueco en el recuerdo

Ella nunca baila, pero habría pasado noches enteras en el centro de la pista, por un beso suyo.

No era rara la noche en la que lo echaba de menos, en la que lo recordaba, como alguien que desapareció con asuntos pendientes, llevándose un trozo precioso de su vida, de su alegría y de su creatividad.

Cada uno de los polvos fueron pequeñas dosis de seguridad en sí misma, de aprendizaje, de romper miedos, de sentirlos plenos dentro de ella. Seria siempre la historia más fugaz y más intensa. Primer y segundo amor. Sabiendo que nunca seria para ella.

Los chicos como él no están hechos para alguien así. 

Y un beso, un lametòn... nunca le gustaron esas formas suyas de besar y sin embargo... la vida.

Una persona que te entrega las llaves del universo, merece quedarse siempre con un hueco en tu recuerdo.

domingo, 15 de julio de 2018

Un siglo sin verse.

Pareciera que llevasen un siglo sin verse cuando Èl la recogió en la playa. Ella olía a mar y desprendía el calor de quien pasa horas al sol. Había bebido mojitos, un par, con una amiga y ahora soñaba con una ducha, Sushi y muchos mimos. Así se lo hizo saber cuando Èl le preguntó.

Llegaron a casa. Ella se fue a duchar, para no llenar la casa de arena, Él mientras llamó al restaurante japonés de siempre.  Apareció en la ducha y entro con ella.

-Alguien debería estar chupandome la polla.

Ella se arrodilló y comenzó a lamer despacio, como si hiciese siglos que no lo saboreaba... disfrutó de ello, le gustaba chuparsela, sentir sus gemidos... quería lograr ese grito de placer que la primera vez le asustó, pensando que le dolía... vivía para oír el placer de las mamadas.  No era celosa pero a veces pensaba... si esto acaba espero que nadie se la chupe cómo yo.

Tuvieron que salir, después de Èl correrse porque alguien tenía que abrirle al repartidor. Él se puso un pijama, ella un corsé negro y turquesa. El Sushi era su comida favorita del mundo. Cenaron juntos en el sofá, probando diferentes sabores, disfrutando juntos, charlando. Y después,  Él la mandó a la cama.

-Tocate,  calientate para mi.

Ella se calentaba solo con su olor... aunque nunca se lo decía.

Cuando Él llegó follaron, con mordiscos y azotes, mirándose a los ojos, ella bocabajo y el encima, con el hitachi bajo ella... un polvo largo, con muchas posturas, con mucho placer,  de los que recuerdas para siempre (al menos así lo sintió ella).

Se tumbó rendida, Él a su lado y lo observó quedarse dormido, mientras acariciaba su pecho sin que se diese cuenta. Se echó a un lado, para no despertarlo mientras se movía... se durmió.

En mitad de la noche, Èl la buscó en sueños y la abrazó fuerte.

En ese momento ella se dio cuenta de que no necesitaba practicas concretas, ni roles, ni juegos, sino alguien como Él a quien entregar su alma.

jueves, 11 de enero de 2018

El techo azul

A veces simplemente lo soñaba. Una cama enorme para quien quiere solo abrazos. Una habitación blanca a la que por alguna razón alguien, había pintado el techo de azul. A él, por supuesto le encantaba, el azul era el color de su vida, de su mar. Aunque hubiese dado igual... esa habitación le hubiese gustado de todas las maneras.

A veces soñaba que dormía allí,  que seguía allí,  que se revolvía entre las sabanas. Que el placer era tan inmenso como nunca había imaginado.  Allí desnudó su cuerpo y por primera vez no lo sintió amorfo. Por primera vez se sintió bello, tal cual era.

A veces soñaba con él, con aquellos besos que se dieron, con su lengua recorriendo su cara... con cómo aquellas cosas que de otro le asqueaban,  de él las quería. Parecía tenerlo todo. Esas cuatro paredes se convirtieron sin querer en un paraíso terrenal. Allí èl rompía cada uno de sus miedos. Sus pequeñas barreras eran logros enormes cuando caían... y solo lo hacían allí,  en esas cuatro paredes, bajo el techo azul,  sobre las sabanas revueltas.

Algunas noches lo soñaba, algunas noches,  sin querer, seguía imaginando el futuro que tendrían juntos, aquel futuro imposible que en su cabeza había imaginado. Pero el mundo no estaba preparado para ellos, pero el universo tenia otros planes.

Y se revolvía en cada sueño, injusto, pensando que esta vez le tocaba a él ser feliz y que le había arrebatado demasiado pronto esa alegría.

A veces lo pensaba y creía que en 30 o 40 años, quizás,  volvería a encontrarlo, volvería a darle una oportunidad. 

Los hombres buenos merecen tener pequeñas ilusiones, aunque esas ilusiones aviven y hieran por igual.

A veces lo soñaba, imaginaba su cara, su rostro perfecto,  su sonrisa de medio lado, sus ojos sinceros... su bondad infinita ( si al menos hubiese sido un poco cabrón)  y entonces le decía: Se feliz, yo te sigo pensando.