Hacía rato que no me permitía ver. Hoy me quería atenta a mi oido, al tacto de mi piel y a todas las sensaciones que recorrían mi piel.
A cuatro patas recorría su piso con soltura, no importaba el antifaz. Me había dado de comer y había cuidado de Él durante la siesta.
Ahora eran las siete y me había pedido que lo vistiese, después me había dado un vestido negro ceñido y unos tacones altos.
Me quitó el antifaz cuando aparcó el coche.
-Te lo pondré al entrar nena. ¿Confías en mí pequeñita?
-Siempre, Amo.
-No me voy a apartar de ti, vamos a conocer a unos amigos míos, también vienen Silvia y Carlos.
-¿Vamos?
-Estoy lista, cuando quiera.
Entramos en un bar pequeño, el portero encontró nuestros nombres en una lista corta y nos hizo pasar.
Me volvió a poner el antifaz y me dio ña mano. Fuimos hasta una mesa, me senté en una suave alfombra a sus pies y puso en mis manos una copa ancha. Daikiri de fresa (me conoce como nadie). Apareció un hombre, mi Amo se levantó y yo me arrodillé esperando.
-Ery nena, ponte de pie. -Obedecí de inmediato.
-Este es Salvador, es amigo mío- me dio la mano del Señor, quien la besó con delicadeza.
-Encantado Erytheia.
-Igualmente Señor.
-Mi sumisa Clara, Erytheia.
-Encantada, Clara.-Dije cuando se me acercó a darme dos besos.
-Igualmente, Erytheia.
Nos quedamos de pie, la una al lado de la otra. Apareció en ese momento Carlos, junto a Silvia, por último me presentaron a Gonzalo y Mérida.
Entramos luego en un reservado.
-¿Recuerdas tu palabra de seguridad?
-chirimoya.
-Muy bien nena, ahora vamos a jugar un poco, mis amigos te verán. Estás preparada, eres muy buena y estoy contigo ¿Vamos?
-Iria al fin del mundo con usted, aunque no tuviese plano. Vamos.
-Perfecto princesa. Recuerda que te quiero.
-Nunca lo olvido mi Señor.
Entramos en la habitación y me ató a una cama. Comencé a escuchar musica y poco rato después sentí unas manos que me tocaban, no eran las de mi Amo, además había más de una persona acariciando mi cuerpo. Mi Amo me besaba mientras me excitaban.
-Chupa perra.
Metió su polla en mi boca y comencé a chupar con ganas, mi excitación era enorme.
-Clara. Comienza. -escuché decir.
-Silvia, derecha.
-Mérida izquierda.
Casi a la vez tres bocas se colaron en mi coño y en cada uno de mis pezones, mientras que las manos desaparecían de mi cuerpo.
Por lo que oía a las otras sumisas las estaban follando. Mi Amo se corrió poco después y todo paró. Yo respiraba agitada. De repente lo sentí dentro de mí. Me estaba follando acagarrandome los pechos.
-Córrete Erytheia. ¡Ahora! - dijo cuando yo pensaba que no aguantaría más. Me dejé llevar y grité hasta no poder más. Caí rendida. Mientras Él se apoyaba sobre mí. Me quitó el antifaz y ya no había nadie más en la habitación.
-¿Como estás mi Amor?
-Muy bien Amo... -dije con una sonrisa pícara en la cara.
-¿Has disfrutado?
-Muchísimo mi Señor.
-Perfecto. Vamos a salir, nos están esperando. Imagino que querrás verles las caras.
-Si y agua por favor mi Amo.
-Claro mi niña.
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