miércoles, 13 de abril de 2016

Rodillas.

Los domingos son para quedarse en la cama. Había dicho ella al despertarse... pero se giró a buscarlo y Él no estaba a su lado. Incluso los domingos sale a correr...
Hubiese querido abrazarlo al abrir los ojos, pero también le gustaba su constancia, su disciplina... Él tenía toda la  que a ella le faltaba.

Si pesó un minuto las opciones... ¿Seuir durmiendo o hacerle el desayuno?

Lo segundo lo pondría más contento. Cortó fruta e hizo zumo de naranja, preparó tostadas y puso la cafetera para cuando Él llegase... aprovechó para hacer la cama, se duchó y dejó el cuarto de baño listo para cuando entrase Él. La toalla en el calentador, temperatura media en el baño, música y un ambientador olor a cítricos que a Él le encantaba. Cuando lo escuchó llegar abrió el grifo, para que el agua calentita ambientase la habitación. Él entró la cogió midiendo el agua, apoyada en la ducha, con el culo en pompa.

Se agachó y le besó las nalgas, cubiertas con un tanga rosa palo con bordes de encaje.

-Buenos días putita dormilona.
-Buenos días Amo. He preparado su ducha.
-Así me gusta.

Ella empezó a descalzarlo, a desvestirlo.

Esperó a que se duchase, era divertido oírlo canturrear.  Cuando acabó le ayudó a secarse.
-Anda, te has ganado tu ración de leche mañanera.
Erytheia mamó con ansia, como si tragase el néctar de la vida.
Se la dejó limpia y Él se puso unos bóxer blancos.

Un azote en el culo.
-Ve a poner la cafetera anda.

Erytheia caminaba a saltos, feliz y cachonda. ¿La dejaría correrse hoy?

Llegó con el pelo aún mojado, despeinado y la barba húmeda. ¿Por qué era tan guapo? Que así no se puede una concentrar...
Se sentó y ella le sirvió zumo y café.  Le puso la fruta en un bol y huntó  las tostadas con mantequilla, como a Él le gustaba.   Esperó su orden.

-Ven aquí anda. -señalaba sus rodillas

Erytheia se sentó sobre Él y mordió la fresa que Él le ofrecía.

-¿Está rica?
-Sí Amo. Muy fresquita.
-Bebe zumo.

Ella obedecía, desayunó zumo, fruta y tostadas, pero no  probó el café... Él no se lo dijo.

Cuando acabaron Ella comenzó a recoger la cocina.

Él desapareció y cuando estaba acabando la llamó.

-Erytheia ven aquí.
Sonó serio y eso la asustó un poco.

-¿Sí Amo?
-Tenemos un tema pendiente ¿no?

Erytheia se arrodilló ante Él, sabía que tenía un castigo pendiente... hacía dos noches, se había pasado de graciosa estando con los amigos de Él y ella sabía perfectamente como no debía comportarse.
-Vamos a recordar una cosa. ¿Tu quien eres?
-Su perra Amo.
-Bien, eso pensaba.

Le colocó un collar y ancló una cadena a la pared.

-8 metros, llegas a la cocina, al baño y a la terraza... no te quiero ver de pie, no te quiero ver moviéndote. Te puedes colocar en tu esquina.

Erytheia se colocó con la mirada baja, arrodillada en el rincón al que estaba anclada la cadena. Él se sentó a leer un libro.

De vez en cuando la miraba, no se movía, pero sentía su respiración... de vez en cuando un suspiro se le escapaba silencioso, como si sobrase aire en su cuerpo.

Llegó la hora de almorzar y Él se levantó  para preparar algo. A Erytheia le llegó el olor del sofrito y sintió rugir su estómago. Tenía hambre. Pero pasó la hora de comer y Él volvió con su café.

Se quedó incluso dormido un rato... mientras Erytheia sentía el peso de su cuerpo en las rodillas.  Pero claro,  Él no estaba castigado, Él no tenía pq soportar su castigo, ella era su propiedad.  De vez en cuando en su cabeza resonaba esa frase que Mérida, Silvia  y ella se repetían de broma como un mantra. "Te jodes, por puta"

A las seis de la tarde Él se despertó y se acercó a ella.

-¿Tienes hambre? 
-Un poco Amo.
Él volvió con un cuenco con fruta y cereales. Lo colocó en el suelo, entre sus piernas, mientras se sentaba en el sofá.

-Ven perrita, come.

Erytheia se dividió entre la vergüenza de comer a cuatro patas y el agradecimiento de cambiar de postura, de poder desentumecer su cuerpo.

Mientras ella comía Él se levantó y se colocó tras ella.  La folló con fuerza.

-Ni se te ocurra correrte.

Él se corrió en el suelo y le obligó a  limpiarlo. A Erytheia le encantaba beberse el sémen de su Amo, pero no le gustaba nada lamerlo del suelo y Andrés lo sabía.

Cuando acabó Él desenganchó el collar y la cogió en brazos. 

-Repíteme quien eres.
-Su perra Amo.
-Y ¿cual es tu sitio?
-A sus pies Amo.
-Buena chica. Vamos a bañarte pequeña.

2 comentarios:

  1. Me encanta,desde luego no hay mejor sitio para una perra que el estar a los pies de su Amo es sublime.:) Besossss

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