domingo, 19 de diciembre de 2021

El armario

No sabía cuánto tiempo llevaba allí, quizás minutos, quizás horas. Él la había despertado como siempre, con el poco ruido que hacía al despertarse. Ella había dormido un rato más, aprovechando el olor y el calor que dejaba él en la cama al irse. Hasta que se había levantado, un café, dos desayunos. 

Y de repente, mientras desayunaban en silencio, le había ordenado desnudarse. La había colocado sobre sus rodillas y la había azotado con la mano. Después había ido hacia el armario con ella y la había dejado ahí dentro, entre las zapatillas y las varas. 

Ella esperaba varazos y Él la había dejado guardada,como un juguete más... Probablemente por eso, para que ella dejara de pensar que podía anticiparse, que podía tener algún tipo de control en sus acciones.

Joder, como le picaba el culo... Y lo peor es que estaba ahí esposada, escuchando la televisión de fondo y el ruido de la cocina. ¿Cuando iba a salir de ahí? 
En las fantasías en las que una es un juguete más del arsenal de Amo, nunca se piensa en el tiempo de espera... Y se estaba meando ... Dios, ¡si se meaba allí el Amo le iba a poner pañales para el resto de su vida! 

De repente escuchó sus pasos acercarse. Él abrió el armario, cogió una toalla de arriba y volvió a cerrar. 

-Amo por favor.

No le hizo caso... Y se estaba meando mucho... Realmente podría haber salido de ahí, pero no lo iba a hacer y ella lo sabía, tanto cómo Él... 

Se duchó, se secó y apareció de nuevo en la habitación. Lo escuchó cambiarse, mientras intentaba observar algo por la rendija de la puerta. Entonces Él volvió a abrir, la agarró del pelo y la sacó. 

La tumbó sobre la cama, le tocó el coño... 
-Estás empapada zorra. Al suelo. 

En el suelo, con una ventosa, había pegada una polla de goma morada. Él con un gesto le ordenó metérsela y botar sobre ella, mientras Él la abofeteaba. 
Se pajeó en su cara, la dejó llena de leche y le dijo que parase. Ella estaba a punto de explotar pero se quedó con las ganas. 
- Al armario. 
-Amo por favor, me meo mucho. 
-Al armario. 
Volvió dentro, con su vejiga llena y sus ganas de correrse contenidas. Esta vez estaba segura de que no fue demasiado rato. Él volvió y le dijo:
-A la terraza, mea y vienes. 

Ella fue, sabiendo que la iban a ver, pero tenía muchísimas ganas de mear. 

Volvió a donde estaba Él, que la limpió con una toalla y la tumbó bocabajo sobre la cama. Le lubricó el culo y se la folló, mientras con una Violet le daba pequeños pinchacitos en las nalgas. 

-venga, córrete que tengo cosas que hacer. -le dijo justo antes de dejarle el culo lleno de leche. 

Ella se corrió con toda la intensidad con la que había meado en la terraza. Él después de salir de su culo, le puso una bala de jengibre y un plug de joya, para que no se saliese su leche y ella no se olvidará de que podía hacer lo que le diese la gana con ella. 

sábado, 10 de abril de 2021

Taller de electroestimulación online.

Aunque este blog suele ser exclusivo de relatos, vengo a contar que el Señor Raven @Raven_1 en fetlife organiza un taller online de electroestimulación el próximo 17 de abril y que las inscripciones se cierran este jueves. Merece muchísimo la pena y lo recomiendo encarecidamente. Toda la información está en su perfil de fetlife. 

viernes, 29 de enero de 2021

Buscar al Amo

Ella estaba cachonda. Él estaba viendo la televisión, una película de ciencia ficción de las que le gustaban y que ella no terminaba de comprender. Se acercó a Él a gatas, llevaba puesto un body azul marino de encaje.

Al principio Él ni la miró, ella le besó la pierna que caía desde el sofá. 

-¿Que te pasa? 

-Huele tan bien, Amo. 

-Eryrtheia, te he hecho una pregunta. 

-Estoy un poco cachonda Amo. 

-Bueno, si es solo un poco no te costará mucho aguantarte. Ponme un poco de Coca-Cola que hay en la nevera. 

-Si, Amo. 

Se fue a levantar. 

-No Erytheia no, has venido como una perra, sigue actuando como tal. 

A gatas fue hasta la cocina, le puso un vaso de Coca-Cola y de rodillas fue hasta el salón. Le ofreció la Coca-Cola. 

-Necesito una mesita. 

Erytheia se puso en cuadripedia, con la espalda muy recta y sintió el frío del vaso. Seguía cachonda, cada vez más. Suspiró. 

-Las mesas no hacen ruido. 

Él cogió el vaso y tras darle un trago, colocó los pies en el culo de ella. Ella sintió como Él se movía, buscando que ella se excitara aún más. Por fin, la película terminó, mientras ella se mordía la lengua para no suspirar y no moverse. Sin embargo Él no hizo nada por moverse. Al contrario, cogió el mando y retrasó la película para ver una escena de nuevo. 

-Aqui es donde hizo ruidos la mesa. -dijo, como hablando para si mismo. 
-Ve a por las pinzas Erytheia, las de tender. 

Gateando, Erytheia fue rápido a por dos pinzas. Y volvió, dejándolas en las manos de su Amo. Él le hizo que sacara la lengua y se la pinzó. Después le abrió el body y le pinzó otra en los labios del coño, cerrándoselo con la pinza. 

- Ahora ve a por las demás, que yo no te he pedido dos. 

No podía hablar, pero quiso pedirle perdón con los ojos. Era algo que ni había superado, no ser perfecta para Él, equivocarse, intuir... La inseguridad siempre la atormentaba. 

Volvió con la cesta de pinzas en una mano y se la dio a Él. 

-Subete sobre esa mesa, de rodillas. 

Se colocó como Él le indicaba, piernas abiertas, manos en la cabeza, mirada al frente. 

Él fue pinzando su cuerpo, recreándose, mientras ella cerraba los ojos. Las pinzas eran ese juguete que cuando ella conoció el BDSM quiso probar y una vez probado se dio cuenta de que no le gustaban nada. Dolían justo del modo que a ella no le gustaba, claro que Erytheia no destacaba por su masoquismo especialmente. 

Esto es lo que pasa cuando buscas al Amo -pensó ella. 

-Te quedan bien, estás bonita y callada. 

Él desapareció de la habitación y volvió con una fusta. 

La azotó primero en el culo, en el único sitio donde no había pinzas. 

-Ni se te ocurra moverte. 

Después de varios fustazos en el culo, impactó directamente en la pinza del coño, que saltó por los aires. 

-Ahora vamos a ver si sigues cachonda. 

Le metió la mano entre las piernas y al sacarlos, separó los dedos delante de sus ojos, para que ella viese lo mojada que estaba. Le volvió a dar varios fustazos. 

-¡Si es que no se puede ser tan puta!

Le quitó la pinza de la lengua.

-limpiame la mano. 

Ella lamió los dedos de su Amo. Él le agarró la coleta y le dio dos bofetones. Después la besó y la mordió. 

Apareció con una cuerda y ató cada pinza. Ella tembló, sabía lo que venía, lo había visto en algún vídeo y sabía que algún día le tocaría vivirlo. 

-Besame Erytheia. 

Ella lo besó en los labios y en ese instante Él tiró de la cuerda y las pinzas saltaron por los aires. Ahogó su grito con un beso. 

Ella lloraba, pero seguía muy muy cachonda. Entregarle su dolor le gustaba, entregarse plenamente, sentirse muy muy suya. 

-¿Ves lo que pasa por ser tan puta? Que hay que tratarte como a una zorra, como lo que eres ¿Verdad? 

-Si Amo. 

-Pero a ti te gusta que yo te trate así ¿No? 

-Si Amo 

-¿Si? ¿Que te gusta? 

-Que me use Amo, que haga lo que quiera conmigo. -lo decía llorosa, casi hipando. 

 - Claro que sí y si te duele ¿Que pasa?
-Nada Amo. 
-Nada ¿Verdad? Mejor, porque a mí se me pone más dura ¿A que si? 
-Si Amo. 
- Y así puedo romperte el culo un poco. 
- Si  Amo
-Pues venga, colócate bien. 

Ella se colocó con la cara sobre la mesa y Él empezó a metérsela. La embestía con fuerza.  Y después de un rato, se corrió,  Él, porque a ella, la dejó cachonda toda la tarde, como una zorra, Su zorra. 


lunes, 18 de enero de 2021

El aperitivo.

 Bailaba descalza y desnuda en la cocina cuando Él llegó, generalmente la avisaba y ella se preparaba para recibirlo en la puerta, pero, esta vez, él quería sorprenderla, moviéndose como se movía cuando Él no estaba. Era algo que siempre le había causado curiosidad ¿Cómo son las personas cuando no las miro? Y con ella esa pregunta casi rozaba la obsesión... Aunque tenía la seguridad de que ella cumpliría las normas, que obedecería a sus caprichos y efectivamente, la encontró desnuda en la cocina, bailando mientras fregaba los platos. La miró desde el quicio de la puerta y sintió lo afortunado que era por tenerla en su vida. 

En uno de sus giros, ella lo vio allí, parado, mirándola  con media sonrisa. Espontáneamente saltó a sus brazos y lo besó. Después se arrodilló y le besó la mano... Ella era así, se dejaba llevar por el cariño y las emociones, por la alegría de verle... y a la vez, sentía absoluta adoración y entrega que la hacían caer de rodillas. 

-Hola pequeña zorra. 

-Hola Amo. No lo escuché llegar. 

-Ya, ese era el objetivo. ¿Qué hacías?

-Ordenar un poco, recoger la cocina... 

-Y bailar. 

-Si Amo, y bailar.

-Me gusta como se mueven tus tetas cuando bailas. 

-Gracias Amo. 

-Vamos a hacer una cosa, voy a ir a cambiarme mientras tu terminas, me vas a poner un vermú y un aperitivo, sorpréndeme, se original y después, vas a venir al salón para seguir bailando. 

Erytheia se puso colorada al instante, había aprendido a no expresar verbalmente que le daban vergüenza algunas situaciones, pero no podía evitar según que reacciones corporales. 

 -Si, Amo. 

Él desapareció por la puerta en dirección al dormitorio y ella se dio prisa en terminar de recoger. Preparó una tabla de quesos y embutidos con encurtidos, frutos secos y uvas, algunos grissinis que habían quedado del italiano del otro día y un vermú con naranjas pequeñitas. 

Salió al salón y lo esperó arrodillada al lado de la mesita donde colocó el aperitivo. Él apareció con el pantalón de chandal gris y la sudadera a juego, descalzo, cómodo. Sonrió. Puso desde su móvil una canción y le dijo:

-Venga ¿Qué haces ahí? No puedes bailar en esa esquina. 

De un empujón, quitó la mesa bajita del salón y lo dejó todo despejado para que ella se colocara en el centro. Apagó las luces y colocó solo una lámpara enorme que parecía un foco. Erytheia se sentía como en un campo de futbol, lo que no atenuaba su vergüenza. 

-Todavía te tapas ante mi... Suéltate, antes no estabas cohibida. 

-Si, Amo, sabiendo que me mira, es más difícil … perdone. 

Se fue soltando hasta lograr bailar algo mejor... aunque seguía sintiéndose más ridícula que sensual... y por supuesto, Él no le permitía girarse demasiado rato, quería verle la cara, que venciese su vergüenza. 

En un momento Él puso una canción lenta y se levantó a bailar con ella... le acariciaba y pellizcaba el cuerpo, agarrando con fuerza su culo. Cuando acabó la canción, le agarró los pezones con fuerza y la llevó, tirando de ellos hasta el sofá donde la tumbó con la cabeza colgando para follarle fuerte la boca. 

Erytheia sentía las embestidas y trataba de relajar la garganta a la vez que con las manos buscaba masajear sus huevos, como a Él le gustaba. De repente Él la giró y escupiendo en su culo, la embistió por detrás con fuerza y después de varias acometidas, se corrió dentro de ella. 

-Que no se salga. Ve a ponerte el plug grande. 

Cuando ella volvió, con el plug que había comprado en sus inicios, pensando que podría con él y que Él ahora usaba como pequeño elemento de tortura. Él aún esperaba. 

-Venga, que se me está secando la polla sin que me la limpies. 

Ella se la limpió, jugueteando y se llevó un bofetón. 

-Te he dicho que la limpies, nada más. 

-Si Amo. 

-Venga, que todavía catas vara hoy. 

-No, Amo, no. 

-¿Que no qué?

La cogió de una oreja, que humillaba más de lo que dolía y Él lo sabía. 

-Tira para el cuarto, vas a decir tú que no. 

Estaba jugando y ella lo sabía, no estaba enfadado, le apetecía azotarla y estaba buscando una "excusa" para darle emoción. 

En la habitación le dijo:

-Dame la vara y ponte en la cama. 

-Si Amo. 

-Cuenta. 

Fueron 30, rápidos y no muy fuertes. 

-Como estés mojada, van a ser el doble. 

Por supuesto que estaba mojada, desde que Él la había hecho bailar no había dejado de estarlo.

Cayeron otros 30, mientras ella pataleaba y lloriqueaba sin dejar de contar. 

Cuando acabó, el volvió a tocarla. 

-Mira que guarra eres, toda empapada. 

Comenzó a masturbarla, mientras la humillaba con sus palabras. 

-Amo ¿Puedo correrme?

-No. 

Siguió, con mas fuerza. 

-Amo, por favor. 

-He dicho que no. 

Entonces, paró y le metió los dedos en la boca. Ella los limpió de sus propios flujos. 

-Te vas a quedar así un rato, con las ganas y el plug en el culo, hasta que me salga a mi de los huevos. ¿Qué te parece?

-Bien Amo, lo que usted quiera- dijo, mostrando en su cara la frustración. 

-Claro que si y si me apetece dejarte así dos días, tu calladita y contenta ¿verdad?

-Si, Amo. 

-Eso es, pues venga, levántate que hay que ir comiendo. 

sábado, 12 de diciembre de 2020

Lo feliz que me hace.

 Si algo quiero en este mundo es sentir Su olor en mi piel. 

A veces, después de muchos juntos, un fin de semana largo, un puente o unas vacaciones, además de Sus marcas, llevo Su olor en mi piel. No sé si alguien más puede notarlo, pero yo, como animalillo, me siento repleta de Él y me acaricio como lo haría con Su espalda cuando estoy a punto de quedarme dormida. 

Sentir Su presencia en mi cuerpo es una de esas emociones extrañas que solo dan la entrega y la sumisión. Es algo que me remueve por dentro y de lo que difícilmente puedo (quiero) deshacerte... Una de esas sensaciones que hacen que las emociones que provoca la D/s sean aún más intensas que las de cualquier relación, amor y pertenencia es una combinación adictiva. 

Estos días han sido especiales. Creo que no he pasado separada de Él más de tres minutos. Por tanto, he vivido en un estado de constante felicidad. Me gustan estos días en los que la vida se alinea para unirnos, para darnos tiempo, para detener un poco la locura de vida que solemos llevar a cuestas. 

Me ha hecho croquetas y ha estrenado su vergajo nuevo en mi culo. Cómo duele el condenado, pero marca tan bonito... Para variar, mi nalga izquierda es un cuadro y en la derecha apenas se aprecia el tiempo que Él le dedicó. Es algo que no puedo remediar, Él se esfuerza por igualar los azotes, las marcas, por extender Su dedicación hacia mi culo de manera equitativa y aunque reciban igual, tengo una nalga mucho más agradecida que la otra. 

Además, hicimos algo que no había hecho nunca y que me daba terror. El Domingo, con mi culo marcado de vergajo y vara (la vara que nunca falte) y los pezones doloridos después de haber sido catados por Sus dientes y las pinzas nuevas, me dijo que me pusiese un vestido fácil de quitar y el abrigo y me llevó a casa de Su amigo.

De todos Sus amigos Dominantes, éste me genera especial respeto porque es muy alto, muy serio y nunca sé cuándo está de broma, así que, cuando me vi en la puerta de su casa, le apreté la mano fuerte para sentirme segura y me pegué aún más a Él. 

-Vas a portarte bien ¿Verdad?

-Claro Amo- dije abriendo mucho los ojos y asintiendo. 

Él soltó una carcajada de esas que suelen escapársele cuando pongo una cara rara y llamó al timbre. Su amigo nos abrió y me puso en la mano un refresco mientras ellos charlaban. 

-Bebe un poco, para relajarte.

Dicen que cuando alguien está nervioso es bueno beber algo porque el cuerpo sabe que no va a morir deshidratado, sabe que no hay peligro y se relaja. 

Me tumbaron en la camilla desnuda, bocabajo y sentí como mi Amo me besaba los labios. 

-Vamos a ponerte agujas. Jairo me va a enseñar a hacerlo, pero de momento va a ser Él quien las ponga. 

Era mi primera vez pero también era la del Amo, y la idea de que aprendiera usándome a mí me llenaba de ilusión y felicidad. Jairo era un maestro y ya había enseñado a mi Amo varias cosas, pero era la primera vez que iba a practicar con un cuerpo humano, con el cuerpo que le pertenecía. 

Fue una sensación extraña. A mí las agujas no me han gustado nunca, pero me hizo muy feliz la situación, la confianza, la paz, la felicidad de mi Amo cuando terminamos. Ver su obra en todas las fotos que le hizo. 

Después nos fuimos a casa. mi Amo quiso que hablásemos de todo a solas y le dijo a Jairo que le debía una comida. Pedimos pizza pepperoni, abrió vino, comimos en la alfombra del salón y me mimó. Le cuidé, hablamos de todo y nos abrazamos tanto que aun hoy llevo Su olor en el pecho. 

Y le dije mil veces lo feliz que soy siendo Suya, pero creo que me quedé corta. Siempre me quedo corta. 

martes, 24 de noviembre de 2020

Animal

A veces se retorcía como un gato, por eso Él tenía que atarla para follarle el culo tranquilo, si no, sus movimientos le molestaban. 

Cuando estaba atada también se retorcía y entonces el la azotaba con la mano mientras la penetraba con más dureza aún. 

Horas antes la había metido en la ducha, como un fardo pequeño y charlatán. La había lavado con la esponja con pequeñas púas, esa que pinchaba y exfoliaba tan bien su piel. " Si es por tu bien" le decía cada vez que ella se quejaba. Después una ducha anal rápida. Eso también era por su bien claro... Era ella la que iba a limpiar la polla cuando saliese de su culo. Tres litros y medio estaba bien, era benevolente, otras veces, en un despliegue de generosidad gastaba hasta cinco en ella. 
Ahí, más que un gato, parecía una culebrilla, retorciéndose sobre sí misma. No le ponía tapón ni plug anal, le gustaba ver cómo ella aguantaba para Él, era parte de su tarea, aguantar hasta que Él se lo permitía. Así estaba limpia. 

Después, sobre la cama, habían jugado con la alta frecuencia... En secreto ella odiaba la alta frecuencia, le daba miedo el sonido y no le gustaba la sensación pero ¿Era acaso problema de Él? Dos o tres picotazos en su culo y ella se callaba, se calmaba, aguantaba la respiración. Después una bala de jengibre en el coño con un poco de cayena... Nada como un buen incentivo para lograr una mamada de calidad. Pero Él no quería correrse, cuando estaba lo suficientemente dura, pinzó sus pezones.

No la dejó lavarse aún y le dio un par de bofetones antes de decirle que agarrase la cadena que unía las pinzas con los dientes.

-Ay de ti cómo se te escape. 


Y entonces la agarró y la colocó al borde de la cama, para follarle el culo. Ella empezó a retorcerse como un gato, intentaba huir, le dolía, conscientemente no quería moverse, pero su cuerpo reaccionaba sin tenerla en cuenta. Por eso tuvo que atarla... Y cuando vio que no cesaba en su intento, sacó el gato de nueve colas y mientras le follaba el culo, le dio en la parte alta de la espalda. Ahora sí, montaba a una yegua... 

¿Cuantos animales puede imitar una perra en una sola tarde? 

Al final, como una zorra, se tragó la corrida y limpió la polla recién salida de su culo. 

martes, 3 de noviembre de 2020

Domingo al mediodia.

 Correrse 25 veces seguidas no siempre había sido fácil para ella... es más, durante mucho tiempo pensó que era imposible, pero ahora, raro era el día que no se corría al menos 7 u 8 a Él le gustaba mantenerla activa, que no perdiese la práctica y que se notase que hacía lo que quería con su propiedad. Incluso una vez había llegado a correrse simplemente porque Él se lo había dicho. 

Cuando Él le ordenaba que se corriese un número de veces determinadas y la dejaba sola, tenía un archivo de imágenes mentales a las que siempre recurría. Agarraba SU almohada para obtener su olor y con una mano acariciando su clítoris recordaba

Aquella mamada en la que Él la obligó a ahogarse con su polla mientras ella se corría. 

El día que la azotó con la vara y después la abrazó y su olor se quedó tanto tiempo en ella como las marcas en su piel. 

El primer día que se atrevió a darle un beso por iniciativa propia, sin que Él se lo pidiese. 

Aquel día que hizo que se corriese delante de todos sus amigos, varias veces seguidas. 

La conversación en la que ella descubrió que no había ahodando en sus propias fantasías. 


Muchas de aquellas escenas a las que ella recurría, se habían repetido más de una vez, pero en general había un detalle que las hacía especiales. Después solo tenía que darle la fuerza adecuada a sus dedos y encadenar orgasmos. Repetirse que ella solo tenía que obedecer a su dueño, que las propiedades solo obedecen y cumplen con lo que se les ordena... y, generalmente de cinco en cinco, conseguía correrse el número de veces que Él le hubiese ordenado. Algunas veces tan fuerte que tenía que morderse el brazo o los labios para no hacer ruido, como Él le había ordenado antes de irse. 

Llegar a los 25 era quedar exhausta, las piernas le temblaban, no sentía los dedos, le dolían las muñecas y no podía parar de sonreír. El apareció en el cuarto:


-¿Cómo vas?

-Ya terminé mi ofrenda, Amo. 

-¿25? ¿Sin gritos?

-Si, Amo. 

-Bien. Otros cinco. 

Ella sabía que eso iba a suceder. siempre sucedía. Esta vez no le hicieron falta imágenes mentales, la sonrisa de su Amo al decírselo le había bastado y Él seguía ahí. Se empezó a tocar con fuerza:

-Vamos puta, que te he dicho que te corras, obedece... qué obedezcas.- dijo, dándole un azote en el muslo. 

Ahí se corrió, las otras cinco veces, le tembló la cabeza y se dejó llevar. 

Cuando Él la vio correrse desapareció. Volvió con un vaso de agua. 

-¿Ya?

-Si Amo. 

-¿Los cinco?

-Si Amo, gracias Amo. 

Él se sentó en la cama y la besó en la frente. 

-Pues ve a lavarte que vamos a salir. 

Ella cerró un poco los ojos, aún estaba algo mareada. Se agarró al cabecero y se incorporó. 

-No no, espera a sentir las piernas, a ver si te vas a caer y encima vas a fastidiarnos el aperitivo. 

Se metió en la ducha con cierto temblor aún en las piernas. Soñaba con un vermú al sol. Al salir Él la llamó. Fue al dormitorio aún con la toalla puesta, no sabía que tenía que ponerse. Sobre la cama un vestido azul con la falda de vuelo y el cinturón de castidad, que la limitaba más por el hecho de no poder ir a mear que por la castidad en si misma, ella solo se corría con una orden de su Amo. 

Él la ayudó a colocárselo después de darle una oportunidad más para mear y tras eso se vistió, se maquilló un poco y salieron. Fueron a tapear algo con unos amigos y Él decidió que comerían en la calle en vez de volver a la casa. Ella controlaba, dentro de las posibilidades que su Amo le daba, la cantidad de bebida que tomaba, pero cada vez resultaba más dificil. Un vermú y una copa de vino con la comida, un vaso de agua que su Amo había pedido para ella con el café y el chupito que el dueño del local ofreció. 

Cuando llegaron a casa Él se sentó en el sofá. 

-Amo ¿Me permitiría quitarme el cinturón para poder ir a mear?

-¿Ya tienes ganas? 

-Si Amo, por favor. 

-Te dejo elegir: puedes quitártelo ya y cambiarlo por las pinzas japonesas o esperar a que a mi me apetezca que te lo quites y correr el riesgo de mearte mientras me la chupas. 

-Espero a que a usted le apetezca, Amo. - dijo ella, pensando en el terror que le daban las pinzas japonesas. 

-De acuerdo, trae las pinzas normales. 

Erytheia palideció, no contaba para nada con eso... 

-¿Qué te pasa en la cara?

-Es que no es justo, Amo... 

-Si querías justicia haberte metido a abogada y no a sumisa. Tira a por las pinzas. 

-Si, Amo. 

Con las pinzas en los pezones, que su Amo le había colocado sin masajearlos antes porque ella era una bocazas, se la chupó durante mucho rato, al menos 40 minutos sin parar, con las babas por toda la cara y tirones en los pezones que Él le daba a cada rato. Tardó muchísimo en correrse y tuvo una corrida super abundante que a Ery le supo a merienda y gloria bendita. El semen, cuando gusta, gusta mucho. 

-Venga, trae las llaves, que te voy a dejar mear antes de que me manches algo

Y así empezó la tarde del domingo.