Me llamó ese día para ir a su casa por la mañana. Un vestido azul turquesa y sandalias planas, Él me habia dicho que vistiese sencilla y sin ropa interior. Una trenza de pelo y maquillaje como a Él le gustaba. Se la chupé en la puerta y después salimos a la terraza. Su terraza era perfecta, no nos podía ver nadie. Una copa de vino blanco, un libro y su perrita a sus pies. Yo lamía y besaba juguetona mientras Él leía en voz alta una novela que estabamos leyendo juntos. Estuvimos así casi una hora. Hasta que llegado el momento me indicó que pasase de sus pies a su polla. Ahí si tomó el control y me folló la boca. Se corrió en mi cara. Lo recogimos todo y se puso a cocinar. Dorada al horno con patatas a lo pobre. De primero, ensalada de brócoli y de postre brochetitas de frutas. Cuando acabamos me guió hasta su habitación, Él no perdonaba la siesta casi nunca, porque en general dormía mal de noche. Me tumbó bocarriba y me folló, dándome permiso para correrme todas las veces que pudiera. Después se quedó dormido sobre mí. Le olía el pelo a menta.
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