miércoles, 18 de noviembre de 2015

Cállate la boca.

Me despertó un mordisco en la barbilla.

-Ay! - fue más un quejido que un grito.
-Cállate la boca.
Siguió mordiendo, mi cuello, mis pechos, mis brazos...  me bajó las braguitas y me penetró con brutalidad.

Yo callada, claro.

Pero a medida que me excitaba mi respiración comenzó a acelerarse, a poderse escuchar... y un gemido salió furtivo de mi garganta.

Plas! Bofetón.

-Que te calles!

Bajé la mirada. Él sujetó mis brazos sobre mi cabeza y comenzó a morderme justo por encima de las axilas...

Dolía y mi concentración bailaba entre el dolor y el placer de sus continuas embestidas.

Se corrió y me dejó ahí.

-Dúchate y vente a desayunar perra.

Aparecí por la cocina a cuatro patas.  Él bebía su café apoyado en la encimera.

-Vamos perrita, desayuna. Y que no te vea levantar la cabeza de tu comida.

Comencé a desayunar del cuenco con leche y cereales que habia en el suelo. La leche estaba calentita y sabia a miel... como a mi me gustaba. 

Mientras desayunaba noté el Hitachi jugueteando en mi coño... claro, me sobresalté y levanté la cabeza.

Varazo.

-¿Qué te he dicho?

Volví a bajar la cabeza... pero cada vez que cambiaba la vibración  ocurría lo mismo.

Me acabé el desayuno a duras penas... me costaba comer cuando estaba tan cachonda.

Me agarró en volandas hasta colocarme sobre sus rodillas.

Mordía mi oreja mientras el aparatito me torturaba de placer.

-Vamos Zorra, Córrete que tenemos que ir a currar.

Buenos días Jueves.

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