El fin de semana se acababa, era domingo y a las once y media estaba yo terminando de hacer las maletas. Mi Amo se había levantado a las cinco para correr y tomando el sol a la vuelta se había dormido. Le puse cerca una sombrilla (No es tan moreno como Él dice) y una botella de agua en un recipiente con hielo, despertaría con sed y yo lo sabía. Me fui dentro para recoger las cosas, Él ya me había dicho que nos iríamos antes de comer. Terminaba de guardar los juguetes en mi maleta cuando apareció con la botella de agua en la mano.
-De rodillas perrita.
Llenó mi boca de agua helada y me metió su polla en la boca. Le gustaba que se la chupase así, con el agua fría. Se la mamé lentamente, bebiendo agua cada vez que notaba que se calentaba en mi boca. Me dejó seguir a mi ritmo, era de las pocos momentos en los que yo tomaba el control, hasta que se corrió. Me tumbó sobre la cama y abrió mis piernas, dejando mis rodillas levantadas. Besó mis muslos y los lamió, sorbió de mi interior, jugó con su lengua (bendita lengua) succionó mi clítoris y me mordió. A mi Amo le encanta comerme y se nota su maestría (sus palabras exactas son que Él disfruta al completo de lo que le pertenece... y que tengo muy buen sabor.) Me dejó correrme, pero siguió hasta que consiguió enlazarlo con un segundo orgasmo. Fue entonces cuando me metió el huevo con control remoto, me giró y me puso también el dildo anal. Me dio un azote seco en el culo y me dijo: Ve al baño, arréglate, vestido violeta tacones marrones, cola alta y maquillaje claro, hemos quedado con Carlos y Silvia para comer. Carlos es uno de los mejores amigos de mi Amo, trabajan juntos. Silvia, su sumisa, se ha convertido en una de mis mejores amigas, compartimos todo, ella tiene más experiencia que yo y sabe dar buenos consejos. Fue mi Amo el que me la presentó, para Él es importante que yo tenga una amiga sumisa con quien hablar. En mi opinión es uno de sus mayores aciertos, yo nunca lo habría pensado.
Cuando estoy vestida y salgo del baño las maletas no están. Noto una vibración fuerte en mi coño y doy un pequeño respingo. Voy a buscar a mi Amo, es un aviso claro para que me de prisa. Lo encuentro en el coche, con las maletas dentro del maletero y apoyado mirando el reloj.
-Vamos tarde perrita.
-Perdón Amo.
Me muerde la boca y me besa. Entro en el coche y Él me cierra, me ajusta el cinturón y da la vuelta para sentarse Él. Adivino a donde vamos por el camino que coge, es un restaurante que me encanta, de pescado, a pie de playa.
-Agua, pescado a la plancha, quiero que tomes también algo de verdura. Te sientas a mi lado, frente a Carlos, no hace falta decirte como debes sentarte. Siempre que haya un plato en la mesa quiero que estés en silencio, a excepción de que Carlos o yo mismo te hagamos una pregunta directamente. Cuando todo esté retirado puedes hablar con Silvia. Si quieres ir al baño o necesitas pedirme algo agarra mi rodilla bajo la mesa y yo decidiré si te doy permiso para hablar. Es una comida de trabajo y necesitamos concentración. En los postres puedes hablar lo que quiera. Os indicaremos cuando podéis abandonar la mesa, sé que querrás pasear por la playa. ¿Alguna duda perrita?
-No Amo.
-¿Quieres poner música?
-Si, por favor, Amo.
-Toda tuya.
Puse la radio, cuando el ritmo de la canción era lento activaba la vibración, en el estribillo subía una velocidad. Si la canción se acababa o no le gustaba lo apagaba, si el ritmo era rápido, sucedía igual, pero con más fuerza. No me permitió correrme hasta que no estuvimos casi en la puerta del restaurante. El aparcacoches se extrañó de mi respiración agitada y mi Amo apenas podía aguantar la risa. Cuando llegamos Carlos y Silvia estaban ya sentados. Amos se levantaron. Silvia me dio dos besos, comprobé que no había platos sobre la mesa. Carlos me besó la mejilla.
-Estás guapa, Erytheia.
-Gracias Señor.
Nos sentamos y nos dieron las cartas. Dudé durante un rato, no sabía que pescado elegir, todos llevaban patatas y yo quería tomar verduras. Mi Amo, viendo mi confusión me señaló la dorada al horno, acompañada por pisto ¿Vale pisto? ¡Claro, ha dicho verduras, no ha dicho como! pensé, yo había buscado verduras a la parrilla. Carlos pidió la bebida para todos y un plato de gambas a la plancha como entrante. Estuvimos charlando hasta que el camarero apareció con el plato. En ese momento Silvia bajó la mirada y calló, yo hice lo mismo.
Mi amo me sirvió un par de gambas y se lo dejó a Carlos que sirvió a su sumisa, después se sirvieron ellos mismos, cuando los vimos empezar a comer lo hicimos nosotras. Ellos hablaban de trabajo, yo me concetraba en mirar a Silvia de reojo, tratando de concentrarme en el plato. Cuando fui a beber agua la vibración comenzó y paré. Miré a mi Amo y Él me indicó que continuase con normalidad.
Observé que a Silvia le temblaba un poco la mano cuando se llevaba el tenedor a la boca y me sonreí, es bueno no estar sola en estas situaciones.
Cuando llegó el pescado la vibración llegó al máximo y ante la mirada del camarero a ambos Amos se les escapó una carcajada. Cuando se fue, Carlos dijo:
-¿Os pasa algo chicas? Dime Silvia.
-Nada Amo.- Contestó ella.
-¿Y a tí Erytheia? ¿Estás bien? - dijo mi Amo.
-Sí, Amo, estoy bien, gracias.
Estaba muy excitada, necesitaba correrme y creo que a Silvia le ocurría lo mismo.
-¿Quién crees que se correrá primero?
-No sé... ¿Las vamos a dejar correrse, amigo?
-Hagamos algo, ambas tienen permiso para correrse, pero pagará el dueño de la sumisa que se corra antes. ¿Te atreves?
-Andrés, trato hecho, mi perrita sabe aguantar muy bien, aceptaré encantado tu invitación.
-Ya veremos Carlos, ya veremos.
¿Por qué se le ocurrían esas ideas a mi Amo? Silvia tenía más experiencia, más práctica que yo en todo ésto... me van a dejar el culo de un color interesante... porque Él pagará, pero yo cobro seguro... Tengo que aguantar.
Los Amos se intercambiaron los mandos, para que fuese más justo. Al principio apagaron la vibración pero después cada uno controló la vibración a su gusto. Al principio fue suave, pero aumentaba cada poco y al final me costó verdaderos esfuerzos mantener el placer a ralla. Miré a Silvia, se mordía los labios y cerraba los ojos, sujeta a la mesa. Traté de acompasar la respiración, aunque no era nada fácil. Al final vi que Silvia comenzaba a convulsionar... y comenzó a correrse, al verla a ella no aguanté más y se me escapó todo el autocontrol que había mantenido sobre mi misma. Ambas nos corrimos a la vez.
-Alucino. ¿Complicidad entre sumis, chicas?
Ambas negamos con la cabeza, creo que nos encontrábamos tan sorprendidas como nuestros Amos.
-Bueno Carlos, pagaremos a medias.
-Y cobran las dos, Andrés.
-Me parece justo, podría habernos salido a alguno gratis.
- Chicas, id al baño a asearos.
Nos levantamos y Silvia me dio la mano.
-Yo empecé antes niña... ¿Por qué no aguantaste? Ahora también te castigará a ti.
-No lo hice queriendo Silvia, aunque quede mejor decir que sí... tu orgasmo... me calentó y fue culmen.
-Bueno... creo que mañana no me sentaré en el bus camino al trabajo...
-Yo tampoco chica, yo tampoco.
Cuando volvimos del baño había dos pasteles de chocolate ante nuestros asientos, acompañados de una bola de helado. Terminamos y nos fuimos a pasear las dos, mientras nuestros Amos tomaban su café y pagaban la cuenta.
Escuché al rato un silbido y nos dimos prisa en llegar a la puerta del restaurante, nuestros Amos nos esperaban al lado de los coches. Nos despedimos y emprendimos la marcha.
Mi Amo subió a mi piso cuando me dejó allí. Me pidió el cepillo del pelo, pero no fue demasiado duro. Después me levantó de sus rodillas y me llevó al rincón, me dejó cara a la pared. Era algo que le gustaba y a mí, aunque me humillase, también.
Cuando volvió me desnudo entera y me llevó al baño. Se metió conmigo, nos bañamos y me puso crema en el cuerpo. Pidió pizza y a las diez se fue, dejándome metida en la cama, donde me dormí agotada después de todo el fin de semana.
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