viernes, 5 de junio de 2015

Entre algodones.

Un sujetador negro, un tanga a juego, encaje y transparencia de forma sutil... intuye su propiedad bajo los pliegues de un vestido que se ajusta a cada curva. Me mira con una sonrisa que devora. Podría perderme en esa sonrisa de por vida. Me arrodillo quitándome de un movimiento el vestido. Me sujeta el pelo en una cola alta y tira. Sigo sus pasos, a cuatro patas, soy Su perra. 

Llegamos a la habitación y me sube sobre la cama. Me besa. 

-Te quiero perrita. - me pone una mordaza de bola. - Eres preciosa. 

Me ata a la cama, dejando mis piernas casi cerradas y las rodillas flexionadas.  Los brazos sobre la cabeza, juntos. 

-Ahora nena, te vas a correr, tantas veces como yo quiera. Obviamente no puedes pedirme permiso, porque no creo que seas muy capaz de hablar con esa cosita en la boca; así que quiero que te corras todas las veces que lo necesites. Símplemente nena, déjate llevar. 

Un juguetito mágico que me arranca cinco orgasmos y me deja derrotada. Un beso en los labios y me duermo hecha un ovillo. 

Al despertar lo encuentro a mi lado. Un zumo de naranja que me da de beber despacio. 

-mi pequeña putita. -me dice acariciando mi pelo. 

Me coge en brazos y apoyo mi cabeza sobre su pecjo. El baño está listo, con velas y sales. Me mete en el agua, caliente y con olor a azahar. Me lava despacio, sin esponja, recreandose en las caricias que dedica a mi cueepo. También me lava el pelo,  despacio. Me mima. Me seca envuelta en una esponjosa toalla blanca impoluta. 

Sin movernos de la cama cenamos quesos y frutas. Me acurruco en su pecho y poco a poco me adormecen sus caricias en mi vientre. 

-mi linda niña, sueña princesa, que yo te cuido. 


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