Llegamos a la habitación y me sube sobre la cama. Me besa.
-Te quiero perrita. - me pone una mordaza de bola. - Eres preciosa.
Me ata a la cama, dejando mis piernas casi cerradas y las rodillas flexionadas. Los brazos sobre la cabeza, juntos.
-Ahora nena, te vas a correr, tantas veces como yo quiera. Obviamente no puedes pedirme permiso, porque no creo que seas muy capaz de hablar con esa cosita en la boca; así que quiero que te corras todas las veces que lo necesites. Símplemente nena, déjate llevar.
Un juguetito mágico que me arranca cinco orgasmos y me deja derrotada. Un beso en los labios y me duermo hecha un ovillo.
Al despertar lo encuentro a mi lado. Un zumo de naranja que me da de beber despacio.
-mi pequeña putita. -me dice acariciando mi pelo.
Me coge en brazos y apoyo mi cabeza sobre su pecjo. El baño está listo, con velas y sales. Me mete en el agua, caliente y con olor a azahar. Me lava despacio, sin esponja, recreandose en las caricias que dedica a mi cueepo. También me lava el pelo, despacio. Me mima. Me seca envuelta en una esponjosa toalla blanca impoluta.
Sin movernos de la cama cenamos quesos y frutas. Me acurruco en su pecho y poco a poco me adormecen sus caricias en mi vientre.
-mi linda niña, sueña princesa, que yo te cuido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario