viernes, 23 de octubre de 2015

Cuidar y compartir... nuestro juego.

Usted sabe verme dentro y cuando nos encontramos para desayunar ve que estoy sensible. Nos sentamos y me pide un café con un chorro de chocolate blanco y mucho dulce. Nos sentamos en un sofá arrinconado de la cafetería. Usted apoyado en toda la esquina izquierda y yo sobre usted. Me siento mimosa. Tenemos una hora más, cuando salimos de la cafetería... el café y usted me calman los miedos. Paseamos hasta un parque, a estas horas está desierto. Usted me va besando poquito a poco, los labios, la barbilla, el cuello y va descendiendo por mi escote. En un rincón escondido del parque levanta mi falda azul, esa que compramos en una tienda de Chicago hace tres veranos.... cualquiera diría que este es nuestro cuarto invierno juntos... que llevo cuatro inviernos siendo completamente suya.

En la esquina escondida levanta mi falda y entra dentro de mi, suave, despacio y va aumentando el ritmo embistiendo contra mis miedos, arremetiendo contra mi melancolia. Y me siento suya, protegida. Me da permiso y nos dejamos llevar a la vez y parece que su semen en mis entrañas va curando mis heridas abiertas.  Y es precioso, porque es nuestro y porque solo ha hecho falta que me mirase a los ojos.

Caminamos despacio, usted me abraza y no me deja sentirme sola, me mima me besa y me inunda de su olor. Hoy lo  tendré aún más presente cuando nos separemos.

Para a comprar una flor y la corta para ponerla en mi pelo. Me besa y me eleva. Se autoinvita a dormir esta noche en mi cama y yo agradezco afortunada dormir esta noche entre sus brazos. Nos despedimos, pero es solo un rato.

Así, tal y como me cuida, es usted campeón en este juego nuestro de compartir la vida.

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