martes, 14 de febrero de 2017

Donuts, semen y el zapato del Amo.

Erytheia llevaba un vestido amarillo. Tenía el pelo más largo, los tirabuzones más rubios y la mirada más brillante. Tacones negros, medias tupidas y una chaqueta de cuero. 

Erytheia pisaba fuerte, salía del despacho con ganas de coger lo que quedaba de lunes y hacerlo suyo. Paró a comprar dulces y fue a casa. Allí estaba ya Él. Él y su sonrisa franca, con ese toque de picardía que le sobresalía de la comisura derecha. Él y sus ojos tranquilos, sus manos oscuras, su nariz perfecta, armónica. 

"Tiene la nariz más perfecta del mundo" - Le decía cuando en la cama miraba su perfil izquierdo. Y Él se reía y le decía que estaba loca. 

-¿Dulces un lunes?

-Amo... son para usted, y son pequeñitos... 

-Golosa... Anda, haz café. Pero, descafeinado. 

Ella se descalzó y se quitó las braguitas. En casa hacía buena temperatura, con el vestido solo estaba bien. Puso la cafetera y se soltó el pelo. Fue a su encuentro. Lo besó en los labios, en la nariz y en la frente, trazando en su cara una linea recta de besos pequeños. Desapareció de nuevo por la cocina. Puso el café sobre la mesa, una taza negra con letras doradas para ella, una taza blanca con dibujos grises para Él. En esta casa, las manías se cumplen a rajatabla. 

Dos cucharadas de azucar y soplar suave antes del primer sorbo. Ella sentada en su falda. Él, sin azucar, moja un croissant en el café.  Él en silencio, bebe café negro en una taza blanca, ella charlatana, bebe café manchado en una taza negra. Él un callado decidido, ella una tímida que nunca calla. 

Ella mira el donut de chocolate y lo mira a Él. 

-¿Puedo? 

-¿No eran para mi?

-Pero... 

-Quedamos en que controlarías el consumo de chocolate, Erytheia. Puedes pero solo hoy.

-Gracias, Amo. 

Él la besa y piensa en la niña que se esconde en su interior. En la mujer que entra por la puerta y la que se sienta en sus rodillas. 

-¿Qué has hecho hoy?

-Tener muchas reuniones, Amo... ya sabe que la campaña de San Valentín nos tiene un poco saturados. 

-Sí, lo sé... ¿Pudiste parar a desayunar? 

-No Amo, pero Carla me subió media tostada y un zumo. Es un sol. 

-Bueno... 

-¿Y usted? ¿Ha tenido buen día Amo? 

-Más o menos nena... he tenido alguna discusión. 

-Menos usted Amo, todos son tontos. 

-¿En mi empresa?

-En el mundo, Amo. 

-Eres sociable de narices Erytheia. 

Ella lo besa y Él le corresponde. Se sonríe con el sabor a chocolate de sus labios y la mira, con la ternura bañando sus ojos. 

Deja el café en la mesa y la gira. Le levanta la falda y recorre su coño con dos dedos. 

-Erytheia, estás mojadita. 

-Con usted siempre, Amo. 

-Ponte de rodillas. 

Con el coño a la altura de su cara, Él le da un lametón. Mete dos dedos de golpe y la masturba.  Intercala los dedos con varios lametones, más que por hacerle sexo oral, por disfrutar de su sabor. Ella se estremece. 

Le quita el vestido y muerde sus tetas. 

- Mi niña, clavatela. 

Ella lo hace, y se mueve con furia, Él acompaña el movimiento, y lo completa con pellizcos y bocados.  

-No te vayas a correr, Erytheia. 

Ella gime y gimotea al mismo tiempo.  Él la excita muchísimo. 

- Baja, ponte de rodillas. 

Ella se coloca, está a punto y siente que Él también. 

Él se la mete en la boca y ella chupa con fuerza, masajeando los huevos. 

Se corre en su boca. Ella la abre y se la enseña. 

-Traga. 

Su garganta siente el calor del semen. 

-Buena chica. Ahora tienes dos opciones. Restregarte contra mi  zapato durante 30 segundos y correrte, si no lo logras no podrás hacerlo en una semana. O, masturbarte y recibir 30 varazos. 

Ella se angustia, le parece injusto y difiicil... pero está a punto y arriesga. 30 varazos son demasiados para su culo. 

-¿Qué eliges?

-Lo primero, Amo. 

-No sé qué es lo primero. Pídemelo bien. 

Ella coge aire profundamente, le resulta muy humillante. 

-Amo ¿Me permitiría restregarme como una perra contra su zapato para correrme, por favor? 

-De acuerdo. Empieza. 


Ella se coloca y se frota con fuerza, está muy cachonda y sabe que puede lograrlo. 

-Anda que no eres puta, como una perra ahí, sin poder controlarte. 

Sus frases la ayudan. 

-Después lo vas a limpiar con la lengua ¿No te da vergüenza?


Está a punto. 

-Perra, eres una perra. 

-Amo, por favor ¿Me da su permiso para correrme? 

-Segundo 20, bien perra. Córrete. 

Ella estalla, se corre y cae sobre la rodilla de Él. 

-Límpialo Erytheia. 

7 comentarios: