Estaba en el coche cuando sonó el teléfono. "Amo" señalaba el manos libres.
-Buenos días Amo.
-¿Donde andas preciosa?
-Voy conduciendo mi Señor, he ido al súper.
-¿Me echas de menos pequeña?
-Mucho, Amo.
- Pero, tenías muchas ganas de estar con la familia.
-Así es Señor... aunque yo siempre lo echo de menos.
-¿Que comes hoy?
-Es sábado, Amo, mi madre hace arroz, lo sabe bien.
-Pregúntale si hay sitio para uno más.
-¿Usted? Pero... ¿No tenía problemas de trabajo?
-Yo también te echo de menos perrita.
-Le pregunto en cuanto llegue. Gracias Amo.
-Estoy deseando estar a tu lado, mi niña.
Mi madre, por supuesto, no puso ninguna pega a que mi Amo viniese, le encantaba mi "novio" incluso había llegado a ponerme colorada al decirle a Él que a ver cuando nos casábamos y le dábamos nietos.
Cuando tocó el timbre salí a sus brazos.
-Hola nenita,
-Hola, mi Amo.r
Mi madre lo acaparó durante toda la comida y en los postres, mi padre cogió el relevo. Al final, me alegré de que fuesen a echarse la siesta.
Mi Amo me sugirió salir a dar un paseo, primero, debí quitarme la ropa interior. Llevaba puesto el dildo anal y el huevo. En su mano derecha, guardaba el mando que de vez en cuando me daba descargas de placer. Llegamos a la playa y antes compró un helado. En un rincón escondido, sacó mis pechos del vestido, y sin miramientos, volcó el helado desde mi cuello hasta el final de mi escote. Comenzó a lamer, prohibiéndome moverme o hacer ruido alguno. Me mordió los pezones, me lamió entera, me comió. Era muy difícil controlar la excitación que provocaba en mi cuerpo, mantener la respiración tranquila, no moverme, no gemir...
-Ahora te toca a ti chupar, ya sabes, ni un ruido.
Chupé arrodillada, pero pronto agarró mi pelo y marcando el ritmo me folló la boca. Él parecía tener más control sobre su cuerpo, noté como su respiración se agitaba, pero no escuché ni un ruido.
Al final me levantó y girándome me preguntó:
-Dime, perra ¿Cual de tus agujeros prefieres que use?
-Son suyos, mi Amo, Ambos están para servirle, listos y ansiosos de ser follados.
Embistió en mi coño, sin dilación, se me escapó un gemido e inmediatamente un azote impactó en mi nalga derecha.
-Silencio, perra desobediente.
-Perdon, Amo. - dije en un susurro.
-Después veremos tu castigo.
Siguió embistiendo, mientras con un par de dedos, jugaba dentro de mi ano.
-Por favor, Amo, use el culo de esta perra.
-Esto no te libra del castigo, perrita. - dijo mientras me embestía por mi otro agujero.
-No, lo esperaba, Amo, gracias Amo.
-Ahora calla.
Se corrió en mi culo y dejó de estimular mi clítoris, yo estaba muy caliente.
-Por favor Amo.
-Si eres buena, quizás después.
Se vistió y recogió todo, tiró de mí y comenzó a caminar hacia fuera de la playa. Antes de salir de nuestro escondite guardó mis pechos. Seguían fuera y yo no quería ganarme otro castigo por hacer algo que no me había mandado.
Iba caliente, muy caliente, los muslos húmedos y el culo pringoso. Rozaba mi cuerpo contra Él tratando de disimular. Caminamos un rato y encontramos su coche.
-Mira, que suerte, dejé hoy el coche aquí aparcado, entra. - me dijo mientras lo abría y a mí empezó a picarme el culo, solo de pensar lo que vendría.
Entramos en los asientos traseros. Él se sentó y me sentó sobre su regazo.
-¿Qué ha pasado en la playa Erytheia?
-Que lo he desobedecido, Amo.
-¿Y eso lo hace una perrita buena?
-No, Amo, he sido una perrita mala. - este regaño, como si fuese una niña, a Él le excitaba muchísimo, tanto que ya volvía a notar su polla dura debajo de mí; a mí me daba muchísima vergüenza aquella humillación, pero también me mojaba mucho.
-¿Y qué vamos a hacer?
-Me va a poner el culito rojo, para que sea una perrita buena.
-Exacto, además ¿Qué has hecho por el camino?
-No sé, Amo. - Dije, aunque sabía por donde iba.
-Has sido una putita descarada, Erytheia.
-Sí, Amo.
-Túmbate sobre mis rodillas, nena. Van a ser 15 por desobedecer, nos podrían haber pillado con ese grito que has dado.
-Si, Amo. - dije yo, ya colocada.
-Además, vas a recibir 10 más en ese coñito tuyo, para que no seas descarada.
-Sí, Amo.
-Y, por supuesto, te quiero en completo silencio, a ver si ahora sabes que significa eso.
Me quitó la manoletina y con ella descargó quince azotes en mi culo, fuertes y rápidos. A mí, por supuesto, no se me ocurrió ni suspirar.
Después me dió la vuelta y con la mano, me dio diez en el coño, más suaves pero también dolorosos. El último vino acompañado de dos dedos que entraban en mi coño húmedo. Comenzó a masturbarme despacio, para después aumentar el ritmo. Mi cabeza colgaba del sillón.
-¿Vas a ser buena perrita?
-Sí.... sí Amo...
-Bien. ¿Quieres correrte?
-Por... por favor Amo, sí.
-Venga, córrete. - dijo aumentando el ritmo. Yo tan excitada como estaba tardé poco.
Me corrí.... en silencio.
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