lunes, 7 de septiembre de 2015

Destino sorpresa III (Final)

Al día siguiente cuando desperté mi Amo tomaba café leyendo la prensa.

-No sabia yo que las perras andasen a dos patas. -dijo.

Me coloqué a cuatro y así entré en el salón.

-Buenos días perrita. ¿Tienes hambre? Desayuna anda. -señaló un cuenco en eñ suelo de leche con cereales.

Lo cierto es qye me habia despertado con un hambre voraz y me lancé a por el desayuno. Él acariciaba mi culo con un pie mientras leía. Cuando acabé llevé mi cuenco a pequeños empujones hasta la cocina y volví para ponerme a sus pies.

Bajo la mesa Él se sacó el miembro y me indicó que chupase. Lo hice con tranquilidad, Él leia en voz alta algunos artículos, aquellos que pensaba podrían interesarme.

Cuando se corrió y se cansó de leer me dijo que me pusiese de pie y fuese a ducharme mientras Él elegia mi ropa, que íbamos a hacer turismo. Cuando salí de la ducha me esperaba con 10 metros de cuerda fina entre las manos, las cuales usó para "decorar mi cuerpo" además insertó dentro de mí un dildo pequeño y las bolas chinas.

-Si algo te molesta tanto como para no aguantarlo, dímelo y veremos que hacer. Ahora vas bien ¿no?
-Si Amo.

Salimos a ver el castillo del pueblo, que estaba casi a pie de playa, paseamos también por el centro histórico lleno de cuestas empedradas y al final fuimos a comer arroz negro  que es mi favorito, con dos copas de verdejo. Aguanté el rato

La vuelta fue por el paseo marítimo, con dos helados de limón. Al llegar fuimos a la piscina un rato, nadamos y jugó con mi cuerpo.

Sobre las seis le entró hambre y me pidió que me preparase para ser merienda. Me duché y unté con chocolate, crema de avellana y diferentes mermeladas mi cuerpo. Tumbada sobre la mesa puse batido en mi ombligo y un vaso de zumo entre mis pechos, que no caiga.

Me lamió toda, hasta que no quedó rasto y después me dijo:

-Voy a volver a poner batido en tu ombligo y si se te cae una sola gota, tu culo lo va a sentir mucho.

Bajó a comerme, poseyó mi clítoris con la lengua y claro, al final no me aguanté y  derramé un poco de batido.

-Muy mal zorrita, lo has manchado todo, eso no puede ser. Ven aquí.

Se había sentado en una silla y me indicaba sus rodillas... creo que sobra decir que aún hoy pica... ouch...

Salimos a cenar de picoteo por varios barecitos del centro y la noche fue como las anteriores, quizás más tierna...

Hoy, muy a mi pesar, volvemos a casa.

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