sábado, 26 de septiembre de 2015

Es un juego.

Es un juego: Tu me obedeces y yo te cuido. Es un juego: Yo me entrego y usted me protege.
Juguemos, encontrémonos en lugares que nadie conoce... en lugares que no existen... Convierta nuestro encuentro en una visita a un mundo paralelo... ayúdeme a olvidarme del mundo... Con un simple dedo...


Él acaba de despertar... yo he dormido poco... Aún me cuesta acostumbrarme a sus agarrones dormido... a su forma inconsciente de dominar, de poseer...

-¿No puedes estarte quieta? menuda me has dado... mala.
-No soy mala.

Un dedo, con un dedo me tiene derrotada, me hace cosquillas, con un solo dedo, como pequeñas punzadas mientras me dice, riendo:
-¿Le dices que no a tu Amo? te estás buscando castigo divino!

Pero yo sé que no es verdad, porque se ríe y tiene la voz cariñosa, la que me gusta... y huele a ternura y sé que puedo reirme con las cosquillas, porque está jugando... y me domina de esa forma tan sana y tan infantil... y una parte de mí sabe que soy un poco más suya... que así me gana.

Se levanta y se va a hacer café. Es la única persona que supo cogerle el toque de azúcar que a mí me gusta a la primera. Me llama desde la cocina y gateo a su encuentro. Se sienta en el sofá y me coloco a sus pies. Me da la taza de café y un trozo de bizcocho.
-No tengo mucha hambre Señor.
-Cómetelo

Charlamos, así, con la taza de café calentando mis manos y su presencia calentando mi cuerpo.  Al rato se levanta y se lo lleva todo a la cocina. Cuando vuelve trae una lata de gominolas en las manos. -¿Te gustan?
-Si Señor.
-Bien.
Pone un antifaz en mis ojos y me da la lata abierta.

-Vamos a jugar pequeñita. Tú eliges una gominola, me la enseñas y te la metes en la boca. A ver si adivinas el color.
 No fue fácil, las rojas me sabían azules, las amarillas blancas y las naranjas, que estaba segura de poder distinguir porque generalmente tenía un sabor más fuerte, no me tocaban nunca.

-Vamos perrita... si lo consigues te doy polla.

En ese momento... no sé que me pasó... pero me bastaron dos segundos para decir, con toda la seguridad del mundo:
-Verde!
y mi Amo solo fue capaz de responder:
-Serás zorra... ahora tengo que darte polla.

Me reí con ganas... lo cierto es que estaba orgullosa de mi triunfo. Apoyé mi cabeza en su pierna, jugueteando con su vello... era una manía que el me permitía conservar... creo que le gustaba...
Estuvimos un rato así, hasta que me agarró la cabeza y me dijo:
-Anda ven aquí.
 Abrí la boca y me la tragué toda, buscando conseguir su semen, tragarlo, que fuese mío... era una carrera y yo tenía que ser la mejor... al fin y al cabo, estábamos jugando.

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