martes, 7 de abril de 2015

Una tarde normal

El día estaba raro, y yo muerta de sueño... al llegar de trabajar me quedé dormida en el sofá, sin almorzar y me despertó el timbre, después de insistir un par de veces. Fui a abrir con cara de dormida y la ropa revuelta. 
-¿Estabas dormida?
-Si, Amo.
-¿Y por qué no te has cambiado?
-Me senté a descansar cinco minutos... y me quedé frita mi Señor.
-¿No has comido?
-No, Amo.
-Vamos a ver que cocino. -dijo para sí mismo. 
-Amo no es... - una mirada me calló, bajé la mirada y lo seguí camino a la cocina.
-Con la hora que es... casi que mejor una merienda fuerte... un batido de frutas naturales... eso, que tiene que comer más fruta... y un sandwich... o mejor, un croissant que alimenta más, con pavo y queso fresco... sí, el queso le gusta...- lo escuchaba hablar para si mismo, yo no estaba con Él en ese momento... aunque sabía que no se había olvidado de mi presencia... - y si se lo come todo, un par de onzas de chocolate, eso la contenta siempre... Perrita, mientras preparo todo, empieza con la leche. 
Me arrodillé entre sus piernas y con cuidado lo desnudé hasta sacar su polla, ya estaba erecta... chupé poco a poco, mientras lo sentía cortar la fruta arriba... Mamé con devoción... me había levantado cargada de energía... lo hice con fuerza, con brío, como a Él le gustaba... Estuve bastante rato, hasta que sentí su leche en mi boca... Al acabar lo mantuve en mi boca, el me miró y saqué la lengua enseñándoselo. "Traga." Obedecí relamiendome... realmente me gustaba el sabor de su semen. 
Dejé su polla limpia y la volví a guardar.  Él se movió y llevó los platos al salón. 
-¡Vamos perrita, perrita! 
Ese tono solo podía indicar una cosa, me moví a cuatro patas, contoneando mi culo. 
-Quieta. Ponte de pie- me dijo en el quicio de la puerta. ¿Cuantas perritas has visto tú vestidas? Fuera la ropa. - me desnudé rápida dejando la ropa doblada en el suelo. -Vamos, ven aquí. Arrodillada a sus pies me fue dando de comer poco a poco, creo que era una de sus actividades favoritas. 

Cuando acabé de comer me indicó que lamiese el plato y todo lo que pudiese del vaso, me puso el collar y la correa y me enganchó a una silla. Después se fue a llevar las cosas a la cocina, las fregó y volvió con una onza de chocolate. La lanzó y cayó en mitad del salón... como una buena perrita intenté alargar mi cuello para alcanzarla, pero no fui capaz. Me soltó y de la correa me llevó hasta el sitio. Antes de comer lo miré, y cuando me dio permiso cogí con mi lengua el trozo para tragarlo. Me dio un paseo por la casa, hasta que se cansó y paró en el armario donde yo guardaba los juguetes. Paró y me quitó la correa. Me mandó ponerme de pie y sacó la cuerda fina.  Era la que más se clavaba y la que más cosquillas hacía, además era la que menos se notaba. Me ordenó estirar los brazos y las piernas y me fue atando poco a poco, sujetó mis pechos y dejó que la cuerda rozase mi coño... me iba a mojar mucho. Me mandó ponerme un vestido y unos zapatos y salimos a la calle. Fuimos a pasear por el centro comercial y yo cada vez estaba más cachonda... el roce me excitaba demasiado. Llegó un momento en el que descaradamente puse la mano en su paquete... suplicando que me follase. Lo hice varias veces, tocaba su polla dura bajo el pantalón y sonreía pícara... lo estaba incitando, pero Él no era fácil. 

Al final conseguí que nos fuesemos a casa, me desnudó con sus propias manos y en la entrada me cayeron al menos tres tandas de 10 azotes en el culo. "Por descarada." dijo Él. Después me desató y a cuatro patas sobre el sofá me folló. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario