sábado, 7 de marzo de 2015

Mañana de compras.

Cuando salí de casa Él me esperaba montado en la moto, con el casco en la mano. Lo saludé con cierta timidez y Él me besó los labios, mientras en un susurro me decía. "¿Me has obedecido en todo preciosa?"
-Sí, Señor.
-Sube.
Cavilé un poco como montarme en la moto sin que la gente de la calle viese que, tal y como mi Señor había ordenado, yo no llevaba braguitas. Él se dio cuenta de mi preocupación y acercándose a mi oido dijo:
-Sube ya. Si a mi no me importa que te vean, no debería de importarte a ti tampoco.
Obedecí, tampoco había tanta gente y al fin y al cabo... es a Él a quien quiero hacer sentir orgulloso.
Igual que siempre se aseguraba de ajustar mi casco, se aseguró de que estuviese bien sentada y puso mis manos rodeando fuerte su cintura antes de arrancar.
Yo no sabía a donde íbamos, pero estaba ansiosa. Me había llamado después de comer y me había dicho, tienes una hora para ponerte más guapa: vestido amarillo, cuñas marrones y hoy quiero el pelo suelto.

Llegamos a un centro comercial. El me hizo caminar un paso por delante suya, mientras sujetaba mi cintura para guiarme. Paramos en una tienda de lencería.
-como vienes sin braguitas podríamos comprar alguna ¿te apetece perrita?-A mi me encantaba la ropa interior y asentí entusiasmada. - dentro de la tienda, un paso por detrás.
Pasó dentro y lo seguí de cerca, mas de una vez atrasó su mano para tocarme. Eligió varias prendas y entramos en los probadores y Él me dio la primera prenda un tanga negro.
-desnudate, completamente.
Con solamente el tanga puesto me giré sobre mi misma ante la indicación de sus dedos.
-apoya las manos en la pared.
Me acarició el culo y tiró del tanga como ajustándolo.
Tres azotes rápidos que me cogieron desprevenida. El cuarto me gusto y con el quinto se me escapó un gemido.
-silencio, no queremos que nos echen. -dos azotes más
Asentí y me mordí el labio. La respiración se me aceleró, de forma más profunda.
Me tocó entre las piernas.
-Muy mal perrita, estás mojando ese tanga antes de comprarlo... mejor quítatelo.

Me puse como un tomate, mientras que obedecía. 
-Pruebate el resto rápido preciosa, tengo hambre y si sigues así te voy a comer a ti.

Nos quedamos tres tangas, dos medias y tres sujetadores, además de un picardías rojo.

Cuando salimos de la tienda fuimos directos a casa. Aparcamos la moto, subimos a mi piso y me descalzo. Él pide sushi por teléfono y con un gesto me indica la habitación y el número 2.
Hago lo que ha dicho. Desnuda me tumbo en su cama, completamente abierta. Sentirme tan expuesta ante Él me excita y me encanta, siento mi entrega. 
Él llega, también desnudo, me sigue sorprendiendo lo guapo que es.
Me acaricia poco a poco.
-No quiero oir nada.
Retuerce mis pezones mientras me besa poco a poco. Introduce su lengua entre mis labios y sus dedos comienzan a jugar con mis pliegues. Me masturba lentamente, muy poco a poco...  y aumenta el ritmo... cada vez me cuesta más aguantar los gemidos.
De una embestida me prenetó, me llenaba toda.  El vaiven hacía que cada vez pudiese aguantar menos. Y la prohibición de hacer ruido hacía que me excitase aún más.
Lo miré con ojos suplicantes.
-¿Qué ocurre gatita? ¿Te quieres correr?
Lo volví a mirar y bajé los ojos
-Aguanta.
Siguió embistiendo, yo era todo placer. Y de pronto lo oí.
-ahora Erytheia, córrete y que todos te oigan, que se enteren los vecinos. Vámos nena, suéltalo.

Su leche dentro de mí unida a Su voz desencadenó todo. Me dejé llevar por un orgasmo brutal.

-Lo has hecho genial pequeña.

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