sábado, 14 de marzo de 2015

Fin de semana en el campo.

Mi Amo tiene una casita en el campo, no es muy grande, dos habitaciones normalitas, un salón con cocina abierta que es perfecto para reuniones de amigos, dos baños y un jardín enorme con piscina incluida. Algunos fines de semana, si no tenemos otros compromisos, mi Amo me lleva allí. A mí me encanta.  El sábado por la mañana me llama tempranito, normalmente me despierta el teléfono, me da una hora para ducharme y preparar una maleta con algo arreglado para salir a cenar, zapatos de tacón y algo más ligero por si bajamos al pueblo, después debo meter todos los juguetes que tenga en casa. Él aparece justo cuando pasa una hora, yo me visto con algún vestido ligero que él elige y zapatos planos, me dejo el pelo suelto y pongo mis gafas de sol sobre mi cabeza. Bajamos a desayunar al bar de enfrente, mi Amo me conoce tan bien que está seguro de que no he desayunado con los nervios del viaje. Pide dos cafés, tostadas también para los dos y un zumo de naranja y una manzana cortada a trocitos solo para mí (vuelvo a pensar que está obsesionado con que tome fruta, pero no lo comento.) -Bebe, que se van las vitaminas. - me dice y yo me río, a veces parece mi abuela.
Desayunamos tranquilos, charlamos de cosas banales... he dormido bien; sí, Amo sí cené en condiciones; no... no me quedé hasta tarde viendo la tele; no, tampoco leyendo... ¿A qué hora? ... no sé Amo, creo que no miré el reloj...; probablemente sí, después de las doce...; ¿Tarde? Señor que era viernes....; No, no creo que me lo merezca... pero lo aceptaré Amo.

Subimos a casa y me pone sobre sus rodillas.
-Perrita, vamos a recordar un poco... ¿A qué hora te debes ir a dormir para estar descansada cada día?
-Antes de las once los días de trabajo Amo.
-¿Y cuando no trabajas?
No contesto y el primer azote me pica por el impacto.
-Ay, antes de las doce Amo.
-Entonces ¿Te mereces o no el castigo?
-Pero estaba acostada...- otro azote.
-No seas contestona. ¿Has incumplido o no?
-Sí, Amo, sí, me lo merezco.
-Pues cuenta.
Me caen 15, más los dos de antes... no son muchos pero pica... y nos queda una hora de viaje--- odio ir en coche después de una azotaina.
-¿Vas a ser obediente?
-Sí Amo.
Me sienta con cuidado sobre sus rodillas y me besa. Me acaricia y me mima... se pasa un poco el dolor.
-Ve a tumbarte en la cama, bocabajo.
Obedezco... no lo ha dicho con un tono que me indique más azotes... Aparece poco después en la habitación con crema hidratante... No han sido muchos azotes, pero no puede dejar de cuidarme... Estoy muy relajada, hasta que noto presión en mi culo y me tenso un poco.
-Relaja pequeña, ya lo has llevado otras veces.
Me relajo y el dildo entra despacio. Queda ajustado en mi culo y me ayuda a levantarme. Coge mi pequeña maleta y me dice.
-Puedes quitarte las braguitas... llevándola por los tobillos vas a llamar la atención por la calle. -Nada de ropa interior... lo imaginaba... incluso me extrañó que me las diese antes... tampoco llevo sujetador.
Bajamos y andamos hasta el coche, que está en una calle paralela. Me siento rara con eso en mi culo... lo he llevado muchas veces, pero creo que no me acostumbraré nunca.
Cuando me siento en el coche me molesta el contacto del asiento con la piel, imagino que aún la tengo colorada. Abro las piernas y Él me ajusta el cinturón. Me descalza y sube mis piernas al salpicadero, abiertas. Entra en el coche por el otro lado, se pone el cinturón y arrancamos.
-Vamos a jugar perrita, quiero que te masturbes, cuando el semáforo se ponga en rojo o encontremos un stop tienes que parar. No te puedes correr, de momento.


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