jueves, 5 de marzo de 2015

Preparando la cena.

No había podido pensar en otra cosa durante toda la mañana... Su recuerdo siempre ocupaba mi mente. Cuando mi nombre vibraba en su boca, cuando me miraba con la profundidad de sus ojos negros. La noche de ayer había sido especialmente bonita.
Llegué a su casa nerviosa, el compás de mi taconeo se acompasaba con el movimiento de la coleta, y la tranquilidad del mar se oía cuando ya estaba yo junto a la puerta, alisando las inexistentes arrugas de la falda negra. A Él le encantaba esa faldita...  y bajo la falda...el liguero a juego, las medias de lunaritos, el tanga... y los botines negros de tacón. Por encima una camisa abotonada por delante azul cielo, los botones ajustados para que se viese exactamente lo que se debía ver y la chaqueta de cuero abierta... Nunca se sabía cuando acabaríamos montados en su moto. Maquillaje lo justo, nada de pintarse como una puerta y las uñas en un rojo que resaltase la tobillera negra en mi pierna derecha.

Toqué el timbre a la hora que Él me había dicho que debía estar allí. pellizqué mis mejillas para darles un poco más de color y ajusté mi coleta. Me abrió y bajé la mirada. Con dos dedos levantó mi barbilla y me besó. ¿Cómo estás pequeña? Su voz llenaba cada poro de mi cuerpo de una energía electrizante.

Me ordenó que pasase y sirviese vino blanco. Él estaba terminando la cena. Pregunté si podía servirle en algo y comenzó el juego.

Si, Erytheia súbete a la encimera y abre las piernas... Siguió picando verduras y a ratos me rozaba las piernas... a mi su solo contacto comenzaba a mojarme...  Camisa fuera, sujetador también... Siguió picando verduras. Yo cada vez más excitada y a él no parecía molestarle el bulto en su pantalón. Se giró a coger algo en la nevera.  ¿Me estás mirando el culo? No, Señor... No me mientas perrita, te encanta mi culo.  (Sí, me encantaba... y a él le encantaba el rubor de mis mejillas.... porque por contradictorio que pueda sonar a mí no me importaba estar desnuda de cintura para arriba y con las piernas abiertas en su encimera, pero sí que me pillase mirándole el culo.)

Se rió del rubor de mis mejillas y continuó con la cena.

-Señor... ¿Puedo saber que hay para cenar?
-Cuando lo acabe. Tócate mientras.

Comencé a obedecerle con cierta timidez... Él con la cena y yo... Agarró mis dedos y los chupó. Los acercó a mi boca y los limpié con la lengua. Tu sabor es el más dulce de todos, continúa. Sonreí al tiempo que le obedecía.

-Échale ganas gatita ¿No te ha excitado bastante mirar mi trasero?
Sentí arder mis mejillas mientras aumentaba el ritmo (sí, si que me había excitado mucho mirar su trasero)

Agarró las tiras de mi tanga y lo bajó de un tirón.... mmm sí que está mojadito... hasta nuevo aviso no quiero más de estos en mi casa... (¿Siempre sin ropa interior en su casa?... vale, me gustaba la idea) ¿Sonríes? Cada vez estás más guarra. Me sonrojé sin poder evitar reirme bajito.

-No pierdas el ritmo pequeña, quiero que te corras antes de que acabe la cena, y me queda poco.
-Si, Señor.

Aceleré y el me rozó los pezones, los pellizcó y endureció, los mordió, los besó, los chupó... casi quema la cena utilizando mis pechos.
-Por favor Señor...
-¿Qué ocurre perrita?
-Necesito correrme Señor.
-¿Ya?
-Por favor Señor.
-Quiero que te oigan los vecinos, que sepan lo guarra que puedes llegar a ser. Córrete Erytheia, ahora!

Oír mi nombre de sus labios acabó por desencadenar una oleada de placer en mi cuerpo. En ese momento el se acercó a mi y comenzó a sorber mi líquido interior, a estimular aún más mi clítoris, alargando el placer hasta que caí rendida sobre la encimera.  Cuando me recuperé me miro y me dijo:

-Perrita, ve poniendo la mesa... y quítate también la falda...


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